Querido amigo: 

Por favor, no leas este artículo. Si, has entendido bien. No leas este artículo. No lo leas porque esta historia habla de Honor, de Entrega, de Sacrificio, de Ideales, de Valor, de… Patria. Todas estos conceptos te sonarán completamente ajenos y no creo que te interesen.

Si aún así quieres seguir adelante, hazlo despacio, con calma, tal y como se ha escrito.

Esta historia trata de tres hermanos, antiguos alumnos del Colegio del Pilar. Trata de un tiempo en el que los españoles nos matábamos por defender nuestras ideas, en el que había gente dispuesta a morir y a matar por unos ideales. Los Miralles, monárquicos a ultranza, entregaron su vida para que la monarquía volviera a España. Sin embargo, ellos no pudieron ver cumplido su sueño. Dios quiera que los españoles aprendamos algún día de la historia y que dejemos de atacarnos unos a otros para trabajar todos juntos en pro de esta grandísima nación que se llama España.

Infancia y paso por el colegio

Si algo bueno hay en mí,
a mis padres lo debo.
Si algo bueno hago,
de mis padres lo aprendí.

Hijos de María Teresa Álvarez y Aymerich, y de Manuel Miralles y Salabert; los cinco hermanos: Carmen (ca. 1906), Luis (ca. 1908), Carlos (Pastrana-1910), Manuel (ca. 1911) y Jaime (San Sebastián-1920) debieron gozar de una infancia feliz. Su padre, prestigioso abogado, diputado a Cortes y gobernador civil en varias provincias, les inculcó desde pequeños el amor a España, el sentido del deber y del sacrificio, y el servicio a la causa monárquica. Su madre, proveniente de una familia de ilustres políticos, debió igualmente dirigir su educación por la senda del honor y el patriotismo.

Manuel Miralles Salabert, padre de los hermanos Miralles. Cortesía de Pedro Pablo Miralles Sangro.
Manuel Miralles Salabert, padre de los hermanos Miralles. Cortesía de Pedro Pablo Miralles Sangro.

Los cuatro hermanos varones estudiaron en el colegio y pertenecieron a la promoción de 1925, Luis; a la de 1927, Carlos; a la de 1928, Manuel; y el pequeño, Jaime, a la de 1937. Documentalmente tengo probado que Carlos estaba en el Pilar en el curso 1918-1919, concretamente en Párvulos A. Por lo tanto, debió ingresar dos años antes, es decir, en el curso 1916-1917. Sin embargo, su paso por nuestro colegio, por lo menos por lo que he podido investigar hasta ahora, fue bastante discreto. Salvo alguna aparición esporádica de Carlos Miralles en el Libro de Oro, no he podido constatar otras actividades de los hermanos durante sus años escolares.

María Teresa Álvarez Aymerich, madre de los hermanos Miralles. Cortesía de Pedro Pablo Miralles Sangro.
María Teresa Álvarez Aymerich, madre de los hermanos Miralles. Cortesía de Pedro Pablo Miralles Sangro.

Carlos Miralles recordaría años después, durante su cautiverio, la nostalgia de aquellos años:

“Me vi junto a mis hermanos, de pequeños, en una inocente mañana del Retiro, hace años, con un sol igual al de ahora… Recordé nuestros juegos, nuestras ideas, nuestra educación y nuestra enseñanza en el resbalar suave de los días de la niñez…, el albor de los ideales caballerescos, nacidos al calor de tantas lecturas… Sentados los tres en torno a una luz, Luis, el mayor, leía en voz alta las aventuras de algún príncipe sin tacha y sin miedo que conquistaba reinos con su espada y los ofrecía con su corazón rendidamente a una doncella de trenzas negras o doradas. 

Luego, las lecciones de Historia, llenas de maravillas y grandezas españolas, que entusiasmaban a nuestra fantasía sedienta de cosas hermosas y nuevas, y aumentaban por días el amor de la patria, de España, que era para nosotros la suma de lo mejor y más sagrado. Más adelante, los clásicos, la prosa y la poesía magníficas de nuestros siglos mejores, llenas de moral y cristianas enseñanzas, rebosantes de españolismo recio y exquisito, delicado y fuerte. Y todo así, unidos los tres hermanos en todo, con la rectitud de nuestros mayores por modelo. El amor de la casa, de los padres y de Dios. Todo un caudal de sentimientos, de solicitud y de desvelos sembrados en nuestros corazones…”

Comienzo de su actividad política

“Plúgole a Dios darme el ser
en este siglo sin Dios,
oscuro cual no hubo dos…
noche sin amanecer…

Carlos Miralles reconoce en una carta publicada en ABC haber sido encarcelado con motivo de la huelga estudiantil de 1928. Efectivamente, tanto él como su padre fueron detenidos por un breve espacio de tiempo por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera en sus convulsos últimos meses. En 1930, concretamente el 5 de marzo, tengo la primera documentación sobre la actividad política de Luis y Carlos. Quedaba más de un año para la proclamación de la II República pero los jóvenes monárquicos ya empezaban a organizarse para defender la institución. Con este fin, se publicaba también en el diario ABC, en La Época y en El Imparcial el manifiesto fundacional de una nueva organización, que bajo el nombre de Juventud Monárquica pretendía agrupar a jóvenes con ideales comunes.

Manifiesto fundacional de Juventud Monárquica. ABC de Sevilla 6-3-1930. Fuente: Hemeroteca de ABC.
Manifiesto fundacional de Juventud Monárquica. ABC de Sevilla 6-3-1930. Fuente: Hemeroteca de ABC.

Entre los firmantes de aquel manifiesto se encontraban, además de los Miralles, varios pilaristas como Agustín de Foxá Torroba, Luis Esteban Goicoechea y Juan Antonio García-Lomas Cossío, todos de la promoción de 1923; o Gabriel de Benito Angulo, de la promoción de 1922.

El propio Foxá nos ofrece una detallada descripción de los tres hermanos en su novela «Madrid de Corte a Checa» cuando el protagonista los visita en su domicilio de Maldonado 4:

«En el piso tercero celebraban su reunión los de la «Juventud Monárquica», único grupo que se oponía a la revolución. Carlos Miralles era delgado, rubio; fibra y coraje. Una nariz aguileña y un bigote altivo del siglo XVI. Era poeta y valiente.

Carlos Miralles Álvarez
Carlos Miralles Álvarez

Luis, reconcentrado, de perfil noble, mucho más musculado que su hermano, era el tipo del héroe modesto. Dibujaba con una línea expresiva y clara caballos y mosqueteros.

Luis Miralles Álvarez
Luis Miralles Álvarez

-Debemos ser -decía Carlos– como los viejos Caballeros. Un lirio en un vaso de hierro. Eso eran ellos. Porque bajo su empuje valiente se ocultaba una ternura imprevista y una fe ardorosa.

[…]

Manolo Miralles, el tercer hermano, encendía su pipa.

Manuel Miralles Álvarez
Manuel Miralles Álvarez

Tertulias de las tres de la mañana. Allí acudía Pedro José Carrión, Esteban, Juanito García-Lomas, Agustín Armendáriz, Manuel García, Cayetano López-Chicheri y el chófer Nazario, que llevaba los ficheros: y daba a las convocatorias un aire proletario muy en consonancia con la preocupación obrera del momento.»

Foxá, nombra en su descripción a otros pilaristas comprometidos con la causa monárquica como Pedro José Carrión Aizpurrúa, de la promoción de 1921; o Cayetano López-Chicheri Urbina, de la promoción de 1924. Es curioso comprobar cómo, pese a su juventud, los hermanos Miralles, con su fuerte carisma ejercían el liderazgo sobre compañeros de colegio y de partido mucho más mayores que ellos.

Los sucesos del 10 de Mayo de 1931

«No me importa mucho o poco
que mi batalla ideal,
romántica y sin igual,
en que otros siglos invoco
sirva a tenerme por loco;»

Sin embargo, pese a los esfuerzos de los jóvenes monárquicos, la incapacidad del sistema de la restauración para llevar a cabo políticas eficaces que mejoraran las condiciones de vida de la mayor parte de la población, y la labor de zapa ejecutada por los agentes izquierdistas que encontraron en el descontento de la clase obrera y campesina un terreno abonado para sus ideas, llevaron inevitablemente al colapso de la monarquía.

Pocos días después de la proclamación de la II República el 14 de Abril de 1931, nuestro compañero Juan Ignacio Luca de Tena, de la promoción de 1914 y primer presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos, viaja a Francia para entrevistarse con S.M. Alfonso XIII. El objetivo de esta entrevista era solicitar al Rey su autorización para fundar un partido político que pudiera concurrir a las elecciones constituyentes que se habían convocado para el 18 de Junio de ese mismo año.

Una vez obtenido el beneplácito de Alfonso XIII, el marqués de Luca de Tena inicia los preparativos para la creación del Círculo Monárquico Independiente, cuya sesión fundacional  se fijó a las 11:00 del domingo 10 de Mayo en las dos amplias plantas que se habían alquilado en un edificio en la calle Alcalá número 67. El principal objetivo de esta asamblea era la elección de una Junta Directiva que debería coordinar los esfuerzos de los más de veinte mil inscritos.

Convocatoria a la sesión fundacional del Círculo Monárquico Independiente. Tercera de ABC del 9 de Mayo de 1931. Fuente: Hemeroteca del ABC.
Convocatoria a la sesión fundacional del Círculo Monárquico Independiente. Tercera de ABC del 9 de Mayo de 1931. Fuente: Hemeroteca del ABC.

Como no podía ser de otro modo, Carlos y Manolo Miralles acudieron al acto junto a su padre, como otros tantos monárquicos.

Un momento de la reunión en el Círculo Monárquico en la calle Alcalá 67 el 10 de Mayo de 1931.
Un momento de la reunión en el Círculo Monárquico en la calle Alcalá 67 el 10 de Mayo de 1931. Fuente: Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931.

Los Miralles, como me contó su sobrino, llevaron a la reunión un disco con la Marcha Real, el himno de España, que tras la proclamación de la República había sido sustituido por el Himno de Riego. En el momento más álgido de la reunión, uno de los hermanos empezó a accionar un gramófono en el que había colocado previamente el disco que habían llevado, algo perfectamente comprensible en un acto de exaltación de la monarquía. El actual himno nacional, sospechosamente percibido desde la calle pese a encontrarse cerradas las ventanas y a celebrarse la reunión en uno de los salones interiores, fue interpretado por algunos transeúntes que aparentemente salían del concierto de la Banda Municipal en el Retiro, como una ofensa inaceptable y empezaron a gritar “¡A la cárcel! ¡A la horca! ¡Mueran los señoritos!” acompañando sus amenazas de piedras y algún disparo.

A continuación, los pocos individuos que se habían concentrado a la puerta de la sede de la calle Alcalá, empezaron a fabular contra Luca de Tena diciendo que había matado a un taxista de nombre Bartolomé Hurtado por negarse a dar vivas al Rey. El tumulto fue creciendo y se convirtió en un auténtico linchamiento de los reunidos que intentaban abandonar la sede del Círculo Monárquico.

La turba intenta asaltar el Círculo Monárquico. Fuente: Mundo Gráfico 13-5-1931.
La turba intenta asaltar el Círculo Monárquico. Fuente: Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931.

Los indignados republicanos, ante la imposibilidad de poder acceder al interior del edificio en el que se habían acantonado los trescientos monárquicos que acudieron al acto, decidieron emprenderla con los vehículos que se encontraban aparcados en la calle, incendiándolos. Esa suerte corrieron los automóviles de Luca de Tena, del duque de Maura o del doctor Albiñana y algunos otros que se encontraban en las inmediaciones.

Sucesos del 10 de Mayo de 1931 en Madrid. Fuente: Mundo Gráfico 13-05-1931. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.
Sucesos del 10 de Mayo de 1931 en Madrid. Fuente: Mundo Gráfico 13 de Mayo de 1931.

Hasta las cinco de la tarde no apareció la Guardia Civil para garantizar la seguridad del director de ABC y del resto de congregados, entre los que se encontraban los  Miralles. El propio Juan Ignacio narra en su libro «Mis amigos muertos» cómo horas antes Manolo Miralles, subido sobre una silla animaba al resto de los sitiados a no abandonar bajo ningún pretexto al promotor de la iniciativa monárquica al grito de «¡Todos o ninguno!«.

Llegada de la Guardia Civil al Círculo Monárquico. Fuente: Mundo Gráfico 13-05-1931.
Llegada de la Guardia Civil al Círculo Monárquico. Fuente: Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931.

Escoltados por la Guardia Civil, pudieron los monárquicos abandonar la sede, siendo en muchos casos perseguidos y agredidos por los «pacíficos» republicanos que, no satisfechos con el desenlace del asalto al Círculo Monárquico, habían dirigido sus pasos hacia la sede del periódico ABC en la calle de Serrano. Los republicanos, capitaneados por el mecánico Pablo Rada, uno de los héroes del Plus Ultra, tenían intención de incendiar el edificio.

La Guardia Civil a caballo entrando por la Gran Vía durante los sucesos del 10 de Mayo de 1931.
La Guardia Civil a caballo entrando por la Gran Vía durante los sucesos del 10 de Mayo de 1931.

Frente a la casa de ABC se volvieron a vivir momentos de gran tensión. Hubo disparos contra los que se encontraban en el interior del periódico y la Guardia Civil tuvo que repeler la agresión. Dos de los asaltantes resultaron heridos, falleciendo horas después. Como narra el propio Luca de Tena: «surgieron dos nuevas patrañas: una, que los autores de las muertes habían sido los hermanos Miralles, disparando sus pistolas detrás de los árboles; otra, la de las «flechas envenenadas» que, según dijeron al día siguiente los periódicos del corro, se habían arrojado desde las ventanas «contra el pueblo indefenso».«

La Guardia Civil ante el edificio de ABC el 10 de Mayo de 1931. Fuente: Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931.
La Guardia Civil ante el edificio de ABC el 10 de Mayo de 1931. Fuente: Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931.
Encarcelamiento y juicio

“De todos los humanos sentimientos 
sólo uno se acerca a lo divino
y sublima el vivir.
Es el dolor. Por eso cuando sufro 
me elevo y digo a Dios, ¡gracias, Dios mío,
 por hacerme sufrir!”

Fruto de estos altercados, nuestros compañeros Juan Ignacio Luca de Tena y los hermanos Carlos, Manolo y Luis Miralles fueron detenidos, aunque este último fue liberado a las pocas horas; el diario ABC, incautado; y al día siguiente se produjeron los tristemente célebres incendios de iglesias y conventos en Madrid, con pérdidas materiales incalculables e irreparables. Luego se supo que los hermanos habían sido denunciados por un estudiante llamado García Paradinas, con la intención de que fueran encausados. El despropósito llegó al extremo de querer incluso detener al pequeño Jaime Miralles, que entonces contaba con solo once años de edad.

Agustín de Foxá, lo contaba así en «Madrid de Corte a Checa»:

De madrugada llegaron los policías a Maldonado, 4. Estaba allí Jacinto Calonge discutiendo con Carlos y Luis. Gritaban en la puerta:
-¿Los hermanos Miralles?
-Aquí es, ¿qué desean?
-Hagan el favor de seguirnos. -Y exhibían una orden de detención.
-Se les acusa de haber disparado contra el pueblo desde «ABC». Ha muerto un portero por una flecha lanzada con cerbatana.

Poco menos de un mes compartieron cautiverio los MirallesLuca de Tena en la Cárcel Modelo de Madrid, ya que el 5 de Junio el director de ABC fue liberado tras el pago de una cuantiosa fianza, teniendo que permanecer aún dos años más en prisión preventiva los jóvenes hermanos. A lo largo de estas semanas el ilustre académico conoció íntimamente a nuestros protagonistas, y según sus palabras: «acabé de conocer el temple de alma de estos hombres ejemplares, su patriotismo exaltado, la grandeza de sus corazones, su valor y caballerosidad sin tacha.» 

Carta de Carlos Miralles al director del Heraldo de Madrid. Página 26, ABC del 9 de Octubre de 1931.
Carta de Carlos Miralles al director del Heraldo de Madrid. Página 26, ABC del 9 de Octubre de 1931.

Como recoge La Nación del 12 de Agosto de 1931, Luis Miralles, aunque se había demostrado inicialmente que no tenía ninguna relación con los hechos que se les imputaban a sus hermanos, fue también detenido en lo que parecía, en palabras del periódico, «el exterminio de los Miralles«.

Pese a su encarcelamiento, Carlos intentó continuar con sus estudios de derecho en la Universidad de Zaragoza, aunque la autoridad le negó la libertad provisional para acudir a los exámenes, como queda patente en una carta publicada el 9 de Octubre de 1931 en el periódico de su ya inseparable amigo, Juan Ignacio Luca de Tena.

Carta de los estudiantes al presidente del Gobierno de la República pidiendo la liberación de los hermanos Miralles. La Nación del 22 de Octubre de 1931. Fuente: Hemeroteca de la BNE.
Carta de los estudiantes al presidente del Gobierno de la República pidiendo la liberación de los hermanos Miralles. La Nación del 22 de Octubre de 1931. Fuente: Hemeroteca de la BNE.

Ante la pasividad del gobierno, los estudiantes se movilizaron y el 22 de Octubre de ese mismo año hicieron público un manifiesto dirigido al presidente de la República en el que se le solicitaba el fin de la prisión preventiva para sus compañeros, denunciando la parcialidad de un régimen que se decía democrático. El documento estaba firmado por más de cien compañeros, muchos de ellos pilaristas. Sin embargo, tampoco en esta ocasión el gobierno atendió a los ruegos de los presos políticos.

Durante los siguientes meses se sucedieron los manifiestos en apoyo de los encarcelados, las visitas y los regalos -especialmente en las Navidades de 1931- que intentaban aliviar el cautiverio de los jóvenes. Carlos Miralles aprovechó también su prisión para escribir un libro de poesía, cuyos versos jalonan algunos de los párrafos de este artículo, y que con el título de «Cancionero Viejo» se publicó en Febrero de 1932, recibiendo una muy buena acogida de la crítica.

Crítica del libro
Crítica del libro «Cancionero Viejo». ABC de Sevilla del 6 de Marzo de 1932. Fuente: Hemeroteca de ABC.

Entre los actos de adhesión y apoyo a los tres hermanos encarcelados destaca el que organizó la Agrupación Escolar Tradicionalista en el Teatro de la Comedia. Aunque los Miralles no pertenecían al partido carlista, los estudiantes tradicionalistas no dudaron en hacer suya la reivindicación de los jóvenes monárquicos. Entre los oradores, se encontraba el joven pilarista Manuel Pombo Angulo, de la promoción de 1929, que con el tiempo se convertiría en un reputado médico, periodista y escritor.

El 28 de Febrero, se celebró también otro mitin en el que se pidió la liberación de los encarcelados, organizado por la Federación de Estudiantes Católicos en el Teatro Beatriz, renombrado durante la república Teatro Lope de Vega. En esta ocasión participó nuestro compañero Miguel Ángel Llano de la Vega, de la promoción de 1928.

Acto en favor de los hermanos Miralles. "El siglo futuro", 22 de Febrero de 1932. Fuente: Hemeroteca de la BNE.
Acto en favor de los hermanos Miralles. «El siglo futuro», 22 de Febrero de 1932. Fuente: Hemeroteca de la BNE.

Los tres hermanos se habían convertido en un símbolo de la resistencia contra la república y la injusticia. Eran habituales las visitas a la cárcel, los telegramas de apoyo y todo tipo de manifestaciones públicas de adhesión. El 25 de Marzo de 1932, se les concedió excepcionalmente un permiso para abandonar su cautiverio durante unas horas con motivo de la grave enfermedad de su abuela materna, Carmen de Aymerich. Puede el lector imaginarse el revuelo que se organizó tanto a la salida de la cárcel Modelo como a la llegada a su domicilio en la calle Maldonado 4. La libertad se prolongó hasta el 9 de Abril, fecha en que fueron nuevamente detenidos y conducidos a la Dirección General de Seguridad. La abuela de los Miralles moriría unas semanas más tarde, el 11 de Junio.

En el mes de Julio, el ministro de la gobernación, Santiago Casares Quiroga, en unas declaraciones a la prensa a pesar de acusarles de delitos comunes como el asesinato, se desentendía de la causa contra los hermanos y hacía recaer toda la responsabilidad de la larga prisión preventiva en el juez. «Yo estoy por completo inhibido en este asunto«, declaró el ministro, que por supuesto, se inhibía o dejaba de inhibirse a placer según los presos fueran de un signo político o de otro. Estas declaraciones tuvieron pública réplica en una carta enviada a varios periódicos el día 10 del mismo mes por los tres encarcelados. En esta misiva, los hermanos se defendían frente a las calumnias del gobierno: «en los cortos años de nuestra vida aprendimos de nuestros padres a llevarlo (el nombre) con honor y a ponerlo por encima de la calumnia«.

Los hermanos Luis, Manuel y Carlos Miralles en la Cárcel Modelo en 1932.
Los hermanos Luis, Manuel y Carlos Miralles en la Cárcel Modelo en 1932. Cortesía de Pedro Pablo Miralles Sangro.

Durante su cautiverio sucedió otro episodio que nos da una idea del fuerte temperamento de los Miralles. En esta ocasión el protagonista fue Luis quien el 25 de Agosto, con motivo de su onomástica, celebraba una comida en el módulo de presos políticos en compañía de sus hermanos y de otros correligionarios: el doctor José María Albiñana Sanz y Santiago Fuentes-Pila Ochoa. Parece ser que algunos de los brindis que se pronunciaron molestó a los presos comunistas y al conocerse la presencia en la prisión de Albiñana, líder del Partido Nacionalista Español, y de Fuentes-Pila, el revuelo fue tan grande entre los presos izquierdistas que se organizó un motín. Como consecuencia de estos desórdenes fue necesario trasladar a los celebrantes al comedor del módulo. Ya en la nueva ubicación y a resguardo de la turba, uno de los carceleros dirigiéndose a Luis Miralles le echó en cara con sorna que no tuviera el valor de repetir los brindis anteriores fuera de su refugio y éste, que no podía dejar la ofensa sin respuesta, no dudó en propinarle un puñetazo. El 17 de Octubre se celebraba en la Audiencia la vista de la causa contra Luis, y al día siguiente se dictaba sentencia condenatoria por atentado contra la autoridad con una pena de tres años y cinco meses de prisión, y multa de 1.000 pesetas.

Conclusiones del ministerio público y de la acusación privada. La Nación, 22 de Octubre de 1932. Fuente: Hemeroteca de la BNE.
Conclusiones del ministerio público y de la acusación privada por los sucesos del 10 de Mayo. La Nación, 22 de Octubre de 1932. Fuente: Hemeroteca de la BNE.

A raíz de esta condena, las condiciones de los Miralles en la cárcel se agravaron considerablemente. Fueron trasladados al módulo de presos comunes, como sutilmente había insinuado Casares-Quiroga con sus declaraciones, y fueron separados en celdas individuales. Carlos describía así su celda: 

“La celda común que ocupo, más calabozo que celda, separado de mis hermanos, que, tan ignorantes como yo del motivo de este cambio, se alojan en iguales aposentos, tiene exactamente siete pasos de largo por tres de ancho. Una estrecha mesa de dos patas empotrada en la pared, un taburete, un camastro de hierro que se plega contra el muro durante el día y una palangana, completan el ajuar de mi vivienda.”

Interior de una celda en la Cárcel Modelo de Madrid. Grabado de la Ilustración Española e Iberoamericana. Fuente: Wikipedia.
Interior de una celda en la Cárcel Modelo de Madrid. Grabado de la Ilustración Española e Iberoamericana. Fuente: Wikipedia.

El periodista carlista Luis Ortiz y Estrada, añadía más detalles acerca de las circunstancias en las que se desenvolvía la vida de los tres hermanos en la prisión:

“Lo cierto es que se les ha recluido en celdas de tres pasos de ancho por siete de largo, con retrete sin agua en el mismo cuarto, una mesa pequeña y un camastro plegable y ventanas sin cristales; celdas en las que no entra el sol y cuya luz, por la noche, es tan mala, que don Carlos sufre por ello una irritación en la vista.

Cuando se les trasladó de las de políticos a estas celdas, se les impidió llevarse la correspondencia particular y otros objetos que en aquellas celdas tenían. Ni se les consiente guardar la ropa en sendas maletas, con lo que han de tenerla abandonada en el suelo.

Respecto a la higiene y limpieza, no son ni conocidas en tales celdas: las chinches y demás parásitos se encuentran a montones, y para su aseo personal se les ha prohibido la máquina de afeitar. Para comer no disponen más que de una escudilla y una cuchara de estaño.”

En medio de estas penurias, el 22 de Octubre de 1932, recibieron los tres hermanos  las conclusiones del fiscal y de la acusación privada por su supuesta participación en los sucesos del 10 de Mayo de 1931. La suma de todas las penas ascendía a doce años, siete meses y diecisiete días. Así reflexionaba Carlos sobre la noticia:

“A la noche, cada uno en su celda, hemos dormido con reposado sueño, no turbado por ninguna pesadilla, porque está tranquila la conciencia.

Ojalá duerma así también quien desde hace diecisiete meses y medio debe tener sobre la suya, martirizándole, el peso de las rejas que guardan nuestra serenidad.

Una serenidad muy grande, pero amarga, que está ya muy dentro del corazón el dolor de sentirse extranjeros en nuestra patria, sin abrigo ni defensa, expuestos al capricho de todas las tormentas que se quieran desencadenar sobre nosotros, para que podamos olvidar que en nombre de España, aunque sea con República, en nombre de su justicia «republicanizada» (¿?), según el deseo de su ministro, se llama criminales a quienes crecieron soñando en España y en su gloria e imaginaron en sus sueños de generosidad darla su vida.

Doce años, siete meses y diecisiete días… Después de todo estamos realizando nuestro ideal: pensábamos dar a España nuestra vida y por ahora no nos pide más que el sacrificio de unos cuantos años de ella”

Cuando Carlos escribía estas palabras no sabía hasta qué punto realizarían los tres hermanos plenamente su ideal.

De esta forma fueron sucediéndose los meses, en los que día tras día les hacían llegar la comida de casa preparada por su madre y Eduvina, la tata, hasta que finalmente, el martes 16 de Mayo de 1933, más de dos años después de su detención, comenzó el juicio contra los tres hermanos Miralles. Como no podía ser de otra forma, el desarrollo del proceso tuvo un amplio seguimiento en las páginas de los diarios de la época. 

Portada de “Cancionero Viejo” de Carlos Miralles.
Portada de “Cancionero Viejo” de Carlos Miralles.

A lo largo de las sesiones y gracias a la brillante defensa del letrado Antonio Goicoechea, se demostró la completa inocencia de los tres jóvenes, que a la hora en que tuvieron lugar los hechos se encontraban aún en la sede del Círculo Monárquico y, en el caso de Luis Miralles, ni siquiera se hallaba en Madrid, pues el mayor de los hermanos -que estaba realizando el servicio militar- se hallaba en El Pardo dando un paseo con unos amigos. Igualmente quedó demostrado que no existió provocación por parte de los monárquicos y que, por el contrario, el asalto había sido organizado y planificado días antes por el Partido Comunista, que buscaba una excusa para alcanzar el poder -como desgraciadamente ocurriría años después- y ejecutado por un individuo llamado Eduardo Requena, perteneciente al mismo partido.

Los tres hermanos Miralles tras su puesta en libertad.
Los tres hermanos Miralles tras su puesta en libertad. Fuente: La Nación del 16-V-1933, pág. 1.

Respecto a la denuncia contra los hermanos Miralles, durante el juicio se informó al jurado que el denunciante, García Paradinas, había sido expulsado de Inglaterra y en ese momento se encontraba preso en Alemania. Evidentemente, los Miralles eran un elemento incómodo para la República y era preciso neutralizarlos.

Una vez leído el fallo absolutorio por parte del jurado popular, los tres hermanos volvieron a su domicilio en Maldonado 4 de donde faltaban desde hacía tantos meses y donde recibieron las felicitaciones de camaradas y amigos.

Carlos y Luis Miralles Álvarez.
Los hermanos Miralles Álvarez. Carlos, a la izquierda, y Luis, a la derecha.
Los días previos al Alzamiento Nacional

«No volveremos a vernos más, pero de los Miralles se hablará siempre. Estamos dispuestos a morir por la salvación de nuestra España. Caeremos de los primeros.» Carlos Miralles al despedirse en Junio de 1936 de Luca de Tena.

Tras su liberación, los Miralles volvieron a sus estudios universitarios que compaginarían con su activa militancia política en el partido Renovación Española, fundado el 1 de Marzo de 1933 por su abogado y amigo, Antonio Goicoechea Cosculluela. En el caso de Carlos, sus estudios de derecho, que amplió con una estancia de un año en Alemania, compartían su tiempo con la intensa actividad literaria que incluía la poesía, el teatro, las conferencias y los recitales líricos. Manolo, también estudiaba derecho y le quedaban apenas cinco asignaturas para terminar la carrera cuando estalló la guerra. Por último, Luis, estudiaba Ingeniería Óptica en Florencia y como su hermano, estaba en último año al iniciarse la contienda. Los estudios de Luis Miralles, pese a ser el mayor, estaban más retrasados que los de sus hermanos debido a que tuvo que permanecer en prisión algún tiempo más como consecuencia del incidente con el carcelero que he relatado anteriormente.

En 1936, al doctorarse en derecho en la Universidad de Salamanca, Carlos, temperamental como pocos, protagonizó otro enfrentamiento con la autoridad al intentar pintar un vítor en la pared del atrio de la Catedral, recuperando así la costumbre que desde hacía siglos se reservaba a los que obtenían el grado de doctor en la universidad castellana. Un año más tarde, el 23 de Mayo de 1937, el rectorado de la Universidad de Salamanca pintaría el vítor inconcluso en homenaje a Carlos Miralles, muerto unos meses antes.

Días después, el 16 de Junio de 1936, según nos relata el padre José María Salaverri SM en su libro «Madrid, verano 1936«, llamaron al beato padre Miguel Léibar, profesor y sacerdote del Colegio del Pilar de Madrid,  «para decir misa en casa de los hermanos Miralles, cuya madre se está muriendo.» Tanto D. Miguel como los Miralles vivían ahora en Velázquez 21; uno, en la Administración Provincial Marianista, en el tercero izquierda; y los otros, en el piso primero. Horas más tarde fallece doña María Teresa Álvarez. El padre Léibar sería martirizado por las milicias marxistas pocos días después.

Esquela de Dña. María Teresa Álvarez de Aymerich, madre de los hermanos Miralles. ABC del 18 de Junio de 1936. Fuente: Hemeroteca de ABC.
Esquela de Dña. María Teresa Álvarez de Aymerich, madre de los hermanos Miralles. ABC del 18 de Junio de 1936. Fuente: Hemeroteca de ABC.

Como consecuencia de la muerte de su madre, Luis voló precipitadamente desde Florencia a Madrid y sus hermanos, que ya sabían de la inminencia del Alzamiento le pidieron que se quedara en España junto a ellos. Los Miralles tenían claro ya entonces cuál sería su destino. No había para ellos otra alternativa que inmolarse generosamente luchando contra un régimen que tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936 se había propuesto implantar la revolución comunista en España. Es Juan Ignacio Luca de Tena quien narra cómo una noche de Junio, frente a las costas de Biarritz, Luis y Carlos le confiesan su firme determinación de entregar su vida en holocausto por la Patria.

El 6 de Julio, cuando el alzamiento estaba en plena fase de diseño, su principal arquitecto, el General Emilio Mola, le encomendaba al señor Goicoechea elegir un grupo de jóvenes de Renovación Española, para defender el Puerto de Somosierra y permitir así que las tropas nacionales pudieran alcanzar Madrid desde Castilla. Sin dudarlo, Antonio Goicoechea, pensó en los Miralles, y más concretamente en Carlos Miralles. Como el propio presidente de Renovación Española diría después: «Carlos Miralles, sin ser el mayor de los hermanos, ejerció siempre sobre los otros dos el ascendente a que le daban derecho […] su cultura jurídica y literaria, sus dotes de mando, sus aficiones de organizador y hasta un cierto instinto poético, soñador y romántico«.

Cartel de Renovación Española.
Cartel de Renovación Española.

En esos días previos al Alzamiento, cuando cualquier rastro de legalidad republicana había ya desaparecido por completo, el peligro era extremo para los tres hermanos. No había duda de que ellos estaban de los primeros en la lista de objetivos a eliminar por el nuevo gobierno como iban a comprobar a los pocos días.

La madrugada del 13 de Julio la camioneta número 17 de la Guardia de Asalto salía del cuartel de la calle Pontejos, continuaba por la calle de Alcalá y a la altura de la calle Velázquez giraba para detenerse en el número 3. Se trataba del domicilio del jefe de la oposición, José María Gil Robles. Sin embargo, el diputado se encontraba en Biarritz esa noche. Prosiguieron su camino hasta Velázquez 21, la casa de los MirallesLuisCarlos no habían dormido esa noche en casa en previsión de que fueran detenidos, pero Manuel había preferido quedarse en casa. Los guardias de asalto entraron en la casa y registraron el domicilio buscando a los tres hermanos. Manuel, consiguió salir por la ventana y encaramarse en una cornisa hasta que terminó el registro y abandonaron el piso, salvando así la vida. El pelotón de la muerte continuó su recorrido hasta Velázquez 89, donde vivía el diputado José Calvo Sotelo, cuyos hijos estudiaban en el colegio y dormían en esos momentos en sus camas. Los guardias subieron al piso y detuvieron al político de Renovación Española. Por fin, la terrible cacería había dado sus frutos y los guardias salieron satisfechos con su presa, a quién asesinarían unos instantes después, arrojando su cadáver a las puertas del Cementerio del Oeste.

Camioneta número 17 de la guardia de asalto.
Camioneta número 17 de la Guardia de Asalto.

Todos estos acontecimientos precipitaron el golpe de estado. Carlos aceptó sin dudarlo el ofrecimiento de Goicoechea y se trasladó a Pamplona para entrevistarse con Mola el 16 de Julio y conocer así de primera mano los detalles de la misión que se le había encomendado. El periodista e historiador Joaquín Arrarás Iribarren,  cuenta que el general tras estrechar la mano del joven monárquico quedó muy impresionado por su determinación: «La mano de este muchacho quema. Es toda una hoguera patriótica«, exclamó. El general le nombró también capitán honorario para que pudiera mandar la nueva compañía que habría de llevar a cabo esta gesta.

Carlos consiguió reunir un grupo de cuarenta y cuatro jóvenes de Renovación Española, algunos de ellos pilaristas y en su mayoría aristócratas sin ninguna formación militar pero convencidos de lo que la Patria les demandaba en ese momento. Los muchachos salieron de Madrid en varias expediciones los días 17 y 18 de Julio armados tan solo con seis mosquetones y dos rifles que con ayuda de Carmen Miralles y de Luis González de Castejón habían conseguido sacar de la capital.

El puerto de Somosierra

«que no me espanta morir…
y aunque lo llaman valor
no es valor, sino un amor
inmenso a mejor vivir»

El punto de encuentro se había fijado en el kilómetro 96 de la antigua carretera de Madrid a Irún y en las proximidades del túnel de ferrocarril de Somosierra, aún sin terminar. La noche del 17 al 18 de Julio, Carlos y algunos compañeros marchaban a Burgos para obtener armas con las que poder defender el puerto, dejando catorce hombres para mantener las posiciones y retirándose el resto a la cercana localidad de Boceguillas. Entre estos catorce valientes se encontraban además de Luis y Manolo Miralles, José Carlos y Miguel Ángel Alcázar y Victoria de las promociones del Pilar de 1926 y 1928, respectivamente.

Boca sur del túnel de Somosierra. Actualmente fuera de servicio.
Boca sur del túnel de Somosierra. Actualmente fuera de servicio.

El día 18 transcurre sin novedad, pero a la mañana siguiente el retén de cuatro muchachos que había quedado de guardia es descubierto y capturado por las fuerzas de Buitrago, a donde son trasladados para interrogarlos. Cuando sus compañeros se aproximan para relevar a los que habían quedado de guardia, se dan cuenta de lo ocurrido y alertan a los otros diez compañeros. Vuelven a tomar posiciones en el puerto pero desde Buitrago sube un grupo de marxistas con los que entablan un tiroteo. En este enfrentamiento fallecen dos cabecillas de Buitrago y el Conde de Villa-Jimena, José Garret y Flaquer. Descubiertos, con bajas, sin armas y con su capitán ausente, los jóvenes deciden replegarse hacia Burgos.

Mientras tanto, Carlos ha tenido éxito en sus gestiones en Burgos donde ha recibido las insignias de capitán y se dirige el mismo domingo 19 hacia Somosierra con armamento y algunos refuerzos. Ambos grupos se encuentran en Aranda de Duero el día 20 y Luis, arenga a sus compañeros con estas palabras:

«Nuestra misión, hermanos y amigos es avanzar, recuperar las posiciones abandonadas ayer y conquistar otras mejores. Debemos facilitar el avance inmediato del Ejército. Nosotros sabemos que vamos morir. Tenemos el deber de morir. Con la conciencia limpia y el corazón en alto, vamos a ofrendar nuestras vidas en desafío a quienes niegan a Dios y deshonran a nuestra Patria. Vamos a morir. Lo sabemos. Quienes de vosotros no lo sepa o tema morir que no nos acompañe».

Tras reorganizarse vuelven a marchar con ánimo decidido a recuperar el puerto. No encuentran resistencia a su llegada por lo que deciden tomar posiciones, cortar la carretera y construir defensas desde las que poder hacer frente a las fuerzas que seguro vendrán desde Madrid. Se acercan también hasta Buitrago donde desarman al pueblo y detienen al alcalde socialista.

Fuerzas republicanas avanzan hacia Buitrago por el alto de La Cabrera. Fuente: Archivo Rojo.
Fuerzas republicanas avanzan hacia Buitrago por el alto de La Cabrera. Fuente: Archivo Rojo.

Efectivamente, la noche del 21 al 22 de Julio aparecen por la carretera las luces de más de setenta vehículos que avanzan hacia Buitrago por el alto de La Cabrera. Se trata de los batallones IV y V de Milicias y del grupo de Artillería del comandante Jurado, toda la columna está al mando del teniente Francisco Galán. En total, unos dos mil hombres. Los defensores piden refuerzos al coronel Gistau que con su columna ha conseguido llegar, a pesar del fuego de la aviación republicana, hasta Cerezo de Abajo, sin embargo, el coronel les comunica que no puede socorrerles y que deben defender solos la posición.

Artillería republicana ubicada en las inmediaciones de Buitrago. Foto Archivo Rojo.
Artillería republicana ubicada en las inmediaciones de Buitrago. Foto Archivo Rojo.

A las nueve de la mañana del día 22 de Julio comienza el asalto de las fuerzas republicanas con apoyo aéreo y de artillería. Los jóvenes defensores consiguen neutralizar con bombas de mano los dos primeros vehículos y causan numerosas bajas al enemigo. Los combates se suceden durante toda la mañana hasta que a la una de la tarde Carlos Miralles recibe un balazo en el vientre falleciendo poco después en brazos de uno de sus hermanos mientras era evacuado hacia Cerezo de Abajo.

El periódico izquierdista Ahora, aporta algunos detalles interesantes en su versión de la muerte del capitán Miralles:

«El capitán Miralles sucumbió de los primeros en Somosierra. Ocupaba con su ametralladora el lugar más estratégico, la última casa del pueblo.

Fue el último en morir, después de ver caer a los doce soldados del regimiento 24 que le acompañaban.

Y murió en un cuerpo a cuerpo con un comunista, Ángel Tarodo Manso, que, avanzando a cuerpo limpio por entre los árboles, se metió en una zanja de la huerta y se dispuso a tirotear a Miralles

Avanzó Miralles, salió de la zanja Tarodo. Y los dos, en mitad de la carretera se «fajaron» a tiros, sucumbiendo los dos en el encuentro.»

Como narró después su padre, cuando su hermano trata de distraerle preguntándole alguna cosa durante el traslado, Carlos consciente de que entregaba su alma respondió: «No me digas nada; ahora sólo Dios». 

Se organiza la retirada de forma ordenada de los monárquicos, pero el enemigo, creyendo que las fuerzas rebeldes eran mucho mayores que los pocos muchachos que defienden el túnel decide cesar el ataque y se retira igualmente.

También cae en la lucha Ignacio Sangro y Torres, hijo de los marqueses de Guad-el-Jelú, de la promoción de 1931. Las circunstancias de la muerte de Ignacio Sangro fueron también terribles. Mientras se retiraban los hombres de Miralles el joven muchacho no debió oír la orden y se quedó aislado siendo apresado por los asaltantes. Diversas versiones se han barajado sobre lo que sucedió a partir de ese momento, algunos apuntan a que fue trasladado y torturado salvajemente, aunque parece que la versión más plausible es que fuera fusilado en las tapias del cementerio de Somosierra. En cualquier caso, pese a las pesquisas de su familia, nunca se pudo hallar su cuerpo.

El objetivo de la Compañía de Miralles estaba cumplido. Unas decenas de jóvenes habían conseguido frenar el avance del enemigo ganando un tiempo precioso y permitiendo a las fuerzas nacionales llegar hasta el puerto de Somosierra, donde se establecería el frente, evitando así que los republicanos llegaran a Aranda de Duero.

Cartel de alistamiento a una unidad de milicias de Renovación Española.
Cartel de alistamiento a una unidad de milicias de Renovación Española.
Epílogo

«Llevaremos la bandera de la abuela, y pase lo que pase, si alguno morimos por nuestros ideales, que esa bandera nos acompañe en los últimos momentos.»

Días después, Carlos Miralles sería enterrado en Burgos con todos los honores militares y se le concedería la Cruz Laureada de San Fernando como héroe de guerra.

Los hombres de Renovación Española seguirían luchando a las órdenes del General García Escámez en Somosierra, donde el 22 de Septiembre moriría Luis Miralles sirviendo como sargento de caballería, y en otros frentes por toda España, demostrando siempre su arrojo.

Una buena muestra de las excelentes relaciones de los Miralles con los marianistas, es la nota aparecida en los cuadernos de Don Pedro Ruiz de Azúa, que se hallaba en San Sebastián, el 28 de Febrero de 1938: “Recibo carta de Jaime Miralles, dándome noticias de la muerte de sus hermanos: Carlos en Somosierra y Luis, más tarde en Buitrago”. El joven Jaime no se olvidaba en esas terribles circunstancias de su colegio y sus maestros.

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Cartel de alistamiento a los batallones de Renovación Española.

El 26 de Mayo de 1938 era el tercero de los Miralles, Manuel, quien rendía su alma ante Dios. Como ocurriera con sus dos hermanos mayores, moría heroicamente; en esta ocasión tras solicitar el mando para dirigir, como teniente de caballería, el ataque de una unidad en Cerro Gordo, en la ofensiva de Levante.

El entierro de Manuel tuvo lugar al día siguiente en Burgos con la presencia de su padre y de Jaime, el pequeño de los cuatros hermanos y el único que quedaría con vida, y quien como alférez provisional desfiló con su batallón frente al féretro de su hermano.

Luego se sucedieron los homenajes por toda España a los que acudía su emocionado padre. Cuando alguien le decía: «¡Qué hijos ha perdido usted, señor Miralles!«; él siempre respondía: «No; como los hubiera perdido hubiera sido si, lejos de entregar su vida a Dios y a España, se la hubieran entregado al comunismo o al demonio. No los he perdido; los he ganado para el cielo.«

Burgos, 27 de Mayo de 1938. Imposición de la Medalla Militar al teniente Manuel Miralles por el general López Pinto.
Burgos, 27 de Mayo de 1938. Imposición de la Medalla Militar al teniente Manuel Miralles por el general López Pinto.

Fueron muchos los pilaristas de la Compañía de Renovación Española que murieron por Dios, por España y por las restauración de la monarquía. En este artículo se han citado unos cuantos a los que hay que añadir a Tirso Roca de Togores Tordesillas, Vizconde de la Puebla de Alcócer e hijo del Duque de Béjar, de la promoción de 1932, muerto a los veinticinco años; a Rafael Dabán y Fernández de Sedano, de la promoción de 1929 y a Álvaro Bertrán de Lis y Pidal, de la promoción de 1932. Si me he olvidado de alguno, ruego que me disculpen los ofendidos.

Por último, sólo me queda decirte que si has llegado llegado hasta aquí, querido amigo, te pido que la próxima vez que pases ante la vidriera del monumento a los caídos, no olvides que un día de Julio de hace 82 años, un grupo de pilaristas como tú, decidieron renunciar a la comodidad de sus hogares para echarse al monte y entregar generosamente su vida por sus ideales: por Dios, por España y por su Rey. Por eso me he decidido a tributarles este póstumo homenaje que ellos, en guardia sobre los luceros, agradecerán. 

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Detalle del monumento a los caídos. Colegio Nuestra Señora del Pilar.
Principales condecoraciones obtenidas por los pilaristas de la compañía de Renovación Española
  • Carlos Miralles: Cruz Laureada de San Fernando al Valor Heroico y Muy Distinguido y Medalla Militar Colectiva al Valor Muy Distinguido.
  • Luis Miralles: Medalla Militar Individual y Medalla Militar Colectiva al Valor Muy Distinguido.
  • Manuel Miralles: Medalla Militar Individual y Medalla Militar Colectiva al Valor Muy Distinguido.
  • Ignacio Sangro: Medalla Militar Individual al Valor Muy Distinguido.
  • Tirso Roca de Togores: Medalla Militar Individual al Valor Muy Distinguido.
Fuentes consultadas
  1. Testimonio oral de Pedro Pablo Miralles Sangro.
  2. Enlace Miralles-Álvarez. Página 7, Núm. 928 Revista «La última moda», Madrid, 15-10-1905. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España.
  3. Revista «Recuerdos» del curso 1918-1919. Colección privada del autor.
  4. Manifiesto de la Juventud Monárquica. Página 16, ABC de Sevilla, 6 de Marzo de 1930, Hemeroteca de ABC; Página 8, El Imparcial, 7 de Marzo de 1930, Hemeroteca de la BNE; Página 1, La Época, 6 de Marzo de 1930, Hemeroteca de la BNE.
  5. Editorial de ABC. Página 3, ABC del 9 de Mayo de 1931. Hemeroteca de ABC.
  6. Puesta en libertad de Juan Ignacio Luca de Tena. Página 8, La Nación del 6 de Junio de 1931. Hemeroteca de la BNE.
  7. Detención de Luis Miralles. Página 8, La Nación del 12 de Agosto de 1931. Hemeroteca de la BNE.
  8. Carta al director del Heraldo de Madrid. Página 26, ABC del 9 de Octubre de 1931. Hemeroteca de ABC.
  9. Carta de los estudiantes al presidente del Gobierno de la República. Página 2, La Nación del 22 de Octubre de 1931. Hemeroteca de la BNE.
  10. «En favor de los hermanos Miralles». Página 8, La Nación del 6 de Enero de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  11. Críticas literarias de «Cancionero Viejo». Página 11, La Nación del 12 de Febrero de 1932; página 2, del mismo diario del 26 de Febrero de 1932; y página 6, ABC de Sevilla del 6 de Marzo de 1932. Hemeroteca de la BNE y del ABC, respectivamente.
  12. Permiso a los hermanos Miralles. Página 9, La Nación del 25 de Marzo de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  13. Nueva detención de los Miralles. Página 5, La Época del 11 de Abril de 1932; y página 1 de El Siglo Futuro de la misma fecha. Hemeroteca de la BNE.
  14. Fallecimiento de su abuela paterna. Página 3, La Correspondencia Española del 12 de Junio de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  15. Declaraciones de Casares-Quiroga. Página 6, El Siglo Futuro del 9 de Julio de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  16. Carta de réplica al ministro de la Gobernación. Páginas 1 y 2, El Siglo Futuro del 11 de Julio de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  17. Proceso contra Luis Miralles: Vista de la causa, página 2, La Época del 18 de Octubre de 1932; Sentencia, página 2, La Voz del 19 de Octubre de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  18. Conclusiones del ministerio público y de la acusación privada por los sucesos del 10 de Mayo. La Nación, 22 de Octubre de 1932. Fuente: Hemeroteca de la BNE.
  19. Sobre las condiciones de vida en la cárcel: Página 1, El Siglo Futuro del 26 de Octubre de 1932; página 8, semanario Ellas del 30 de Octubre de 1932. Hemeroteca de la BNE.
  20. Proceso a los hermanos Miralles: Página 24, ABC del 16 de Mayo de 1933; Páginas 23 a 26, ABC del 17 de Mayo de 1933; Páginas 29 a 31, ABC del 18 de Mayo de 1933; y Páginas 17 a 19, ABC del 19 de Mayo de 1933. Hemeroteca de ABC.
  21. Liberación de los Miralles. Página 27, Blanco y Negro del 21 de Mayo de 1933. Hemeroteca de ABC.
  22. Esquela María Teresa Álvarez de Aymerich, ABC del 18 de Junio de 1936. Hemeroteca de ABC.
  23. Mundo Gráfico del 13 de Mayo de 1931. Colección privada del autor.
  24. «Madrid de Corte a Checa», Agustín de Foxá Torroba.
  25. «Cancionero Viejo», Carlos Miralles Álvarez, Madrid 1932.
  26. «Mis amigos muertos», Juan Ignacio Luca de Tena, Editorial Planeta 1971.
  27. «Madrid, verano 1936», José María Salaberri, S. M., Editorial PPC 2007.
  28. Relato de la batalla de Somosierra. Ahora del 26 de Julio de 1936.
  29. Concesión de la Medalla Militar Individual a Luis Miralles. BOE del 19 de Octubre de 1936.
  30. Homenaje a los hermanos Miralles en la Universidad de Salamanca. Página 11, ABC del 23 de Mayo de 1937. Hemeroteca de ABC.
  31. «Glorificación a Carlos Miralles». Artículo de José Luis Rodríguez; Página 6, ABC del 21 de Mayo de 1938. Hemeroteca de ABC.
  32. Entierro de Manuel Miralles. ABC del 28 de Mayo de 1938.
  33. Concesión de la Laureada de San Fernando a Carlos Miralles. BOE del 22 de Marzo de 1939.
  34. «Señores de España». Artículo de J.I. Luca de Tena escrito en la tercera de ABC el 8 de Abril de 1939. Hemeroteca de ABC.
  35. Homenaje a los caídos en Somosierra. Páginas 47 a 49, ABC del 18 de Julio de 1956. Hemeroteca de ABC.
  36. «Los adelantados de Somosierra». Página 89, ABC del 18 de Julio de 1972. Hemeroteca de ABC.
  37. A. Goicoechea, Laureados de España 1936-1939, Editorial Fermina Bonilla, 1940.