Son las tres y media de la tarde del 28 de Julio de 1936. En el piso de Velázquez 21, donde se encuentra la Administración Provincial Marianista y a donde se han trasladado algunos religiosos tras la incautación del colegio por las milicias del Frente Popular, se encuentran el padre Miguel Léibar, superior de la comunidad en funciones y capellán del colegio; Melitón Díaz de Guereñu, natural de Valdeavellano de Tera (Soria), portero del colegio; y Fabiana Rentero, de Puebla de Montalbán (Toledo), una mujer que ayuda en el cuidado de los alumnos más pequeños del colegio y que se encarga también de las labores domésticas en la casa.

Fachada actual de la casa de Velázquez 21 en cuya piso tercero izquierda tenía su sede la Administración Provincial Marianista.
Fachada actual de la casa de Velázquez 21 en cuya piso tercero izquierda tenía su sede la Administración Provincial Marianista.

De repente, se oyen varios vehículos que llegan a la puerta del inmueble con cerca de un centenar de milicianos armados del Ateneo Libertario de Vallecas. Se dirigen al portero, Segundo Garay, y encañonándole le espeta el cabecilla:

-Al tercero izquierda, a por esos curas y párrocos… Y tú, arriba, con nosotros…

Les recibe el padre Miguel, registran la casa y lanzan por la ventana los objetos litúrgicos que encuentran haciendo en la calle una gran pira. Manuel González-Simancas Lacasa, testigo ocular de los hechos lo cuenta así: «vi la hoguera que habían hecho en la acera de la calle con trozos de muebles de madera, imágenes religiosas destrozadas, ornamentos sagrados, papeles, etc… que seguían tirando desde las ventanas. Milicianos y milicianas se colocaban los ornamentos sagrados, y en son de burla, bailaban alrededor del fuego«. Su hermano José Luis recuerda: «Desde los balcones de la casa pudimos ver cómo tiraban a la calle sotanas y ornamentos de Misa: casullas, albas, estolas. Y un cáliz. Estoy viendo a un miliciano que se puso una casulla y llenó de vino el cáliz y se lo bebió entre la algazara y las risotadas de sus compañeros«.

Roban y saquean lo que de valor hay en el piso; y entre empujones, insultos y blasfemias se llevan a los que se encontraban en la casa. Según el testimonio del portero, el padre está sereno pero Fabiana, está lógicamente muy nerviosa. Aunque el padre Miguel les pide por favor que dejen en libertad a los otros dos, que no son religiosos, no atienden a razones y ávidos de sangre, se llevan a los tres.

El padre José María Salaverri lo narra así: «Con malos modos meten a los dos hombres, Miguel y Melitón, en un coche; y a la mujer en otro. Y salen con dirección a Vallecas. En la Dehesa de Moratalaz fusilan a Fabiana en solitario. Allí se encontró su cadáver acribillado. Siguen adelante hasta el kilómetro 7 de la carretera a Valencia, y se detienen junto a las casitas bajas de los trabajadores de la fábrica de ladrillos CASA VÁZQUEZ.» Según los testimonios escuchados a los milicianos, el padre Miguel absolvió a Melitón y murieron los dos abrazados mientras les disparaban.

Beato Miguel Léibar Garay
Beato Miguel Léibar Garay

Meses antes, viendo ya el cariz que tomaban los acontecimientos, el beato Miguel Léibar había dejado escrito: «Antes de ver a España sumida en la deshonra ofrezco mi vida en holocausto. Por Dios y por España».

El jueves 30 de Julio, el juez de Vallecas levanta este acta de defunción:

«Un hombre sin identificar que representa tener sesenta años, de estatura más bien bajo, calvo y reto de pelo canoso, bastante grueso, nariz muy saliente, con guardapolvos, traje oscuro a rayas, tirantes, camisa blanca, camiseta de algodón, calzoncillos y botas de una pieza, falleció en el kilómetro siete de la carretera el día 28 de, actual a las dieciocho horas a consecuencia de fractura de base de cráneo, según resulta de informe facultativo, y su cadáver habrá de recibir sepultura en el cementerio de esta localidad…«. Así se intentaban ocultar los crímenes del Frente Popular: fractura en la base del cráneo.

Hubo que esperar aún veinticuatro años más para la exhumación de los restos del padre Miguel Léibar. Y finalmente, fue beatificado junto con otros 497 mártires el 28 de octubre de 2007 en Roma por S.S. Benedicto XVI.

Pero, ¿quién era Miguel Léibar?. Tan sólo por dar unas breves pinceladas de su biografía, diremos de él que nació en 1885 en Aozaraza, provincia de Guipúzcoa. Su relación con el Colegio del Pilar se inicia el curso 1908-1909, cuando se traslada a Madrid para completar sus estudios de Filosofía en la Universidad Central. En la comunidad coincide con su amigo Carlos Eraña, martirizado también en la Guerra Civil. Volverá de nuevo en 1910 coincidiendo en esta ocasión con Fidel Fuidio, que  como Miguel y Carlos, morirá mártir en la guerra. Uno de sus compañeros en la comunidad, Prudencio Arteche, dirá de él: «De una abnegación sin límites en sus clases y otros trabajos.» El curso siguiente funda el Pilar F.C. que tantas alegrías dará al colegio y que será cuna de grandes jugadores. El padre Delmas, provincial, destaca de su relación con los alumnos: «Los chicos le quieren y le respetan.«

Luego vendrá el seminario de Friburgo, la ordenación sacerdotal y los destinos en los colegios marianistas de Cádiz y Jerez que irán enriqueciéndole y forjando su carácter. Es en 1922 cuando vuelve al Pilar de Madrid, ya en el edificio de la calle Castelló, como capellán de primera enseñanza y profesor de segunda enseñanza. El padre Domingo Lázaro, le compararía con una ardilla, siempre andando de un lugar a otro por los largos pasillos del colegio. Al curso siguiente se le traslada a Vitoria, y de ahí al colegio de San Sebastián como director. En 1930 regresa a Madrid donde el padre Domingo Lázaro es desde hace años director. Serán años duros los que le toca vivir en Madrid: la república, la inestabilidad política y la muerte del beato padre Lázaro de quién el padre Léibar es confesor. Miguel le asistirá en sus últimos momentos, experiencia ésta que le marcará profundamente.

Fuentes consultadas:

  • “Madrid, verano 1936”, José María Salaberri, S. M., Editorial PPC 2007.