Hoy comparto con vosotros una crónica un poco extensa pero muy interesante sobre los actos que se organizaron en 1917 para celebrar el primer centenario de la Compañía de María. Espero que seáis capaces de leerla hasta el final porque realmente merece la pena:

Cultos y fiestas del «Primer Centenario» (1817-1917) de la fundación de la Compañía de María (Marianistas)


«Desocupado lector: sin juramento me podrás creer, que quisiera que este artículo, como narración de los festejos a la memoria del muy merecedor de ellos el R. P. Guillermo José Chaminade, fundador de la Compañía de María, fuera el más hermoso y más discreto que pudiera imaginarse; pero no he podido yo contravenir el orden de Naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante». Y, así, ¿qué podía engendrar mi poco sesuda cabeza sino un escrito que mejor que para pasatiempo pareciera modelo de caligrafía en las escuelas primarias? 

Y, ahora, amigo lector, pidiendo mil perdones a Don Miguel, por el plagio, vamos a la miga del asunto… que hay tasa. 

Sólo quisiera dártela monda y desnuda, pero, la verdad, me cuesta algún trabajillo hacerlo así, porque mi pluma no escribe lo que debiera escribir, para dar digno principio a esta narración.

«Muchas veces tomé la pluma para escribirla y muchas la dejé, por no saber lo que diría; y estando en suspenso, con el papel en su caja, la pluma en la perdigonera, el codo… en su sitio, y la mano en la frente pensando lo que escribir, entró un amigo mío, que había asistido a los citados cultos y festejos, el que viéndome en tal aprieto me dijo: Escúchame y si es que quieres anotar esto que voy diciendo, como que asistí a las susodichas fiestas, tú irás zurciendo tu relato».

Antes de que se me perdiera palabra alguna de su discursillo, empecé a trasladarlas al papel, para que tú, caro lector, «te solazares en ellas, si es que te gustasen o las maldijeres si es que te fastidiaren». 

«Primeramente, amigo mío, empezó diciéndome, debes anotar en tu escrito, los tres días, 18, 19 y 20 de Diciembre en los que estuvimos preparándonos convenientemente para las fiestas religiosas, merced a los ejercicios espirituales, en los que estuvimos bajo la dirección del cariñoso P. Delmas [1] ex-provincial de los Religiosos marianistas, que nos inculcó hermosos preceptos de amor a Dios y a nuestro prójimo, merced a su suelta palabra, toda bondad y cariño. Terminados estos ejercicios, recordarás al lector, que el día 21 comulgamos todos los alumnos del «Pilar», unos en la Capilla del Colegio y otros en la Iglesia Parroquial de la Concepción. 

A las nueve y media llegué a la parroquia ¡y qué hermoso espectáculo se ofreció a mi vista! La Iglesia, por cuyas góticas vidrieras entraban los rayos del sol que también había querido asistir a tan simpática fiesta, se hallaba atestada de gente; en los bancos rumoreaban «los pequeños» como si ese ruido fuera la tenue explosión de la santa alegría que sentían en su alma con motivo de tan fausto día. Las naves laterales, se hallaban ocupadas en su totalidad por las familias que habían querido asistir a tan hermosa fiesta. En la puerta, se estrujaban «los mayores» que pugnaban por entrar y ocupar buen sitio. No pudiendo entrar por allí fuíme a la sacristía y allí, en mullidos cojines hallábase dulcemente recostada la bandera del Colegio. 

Salí de allí. y volví a la puerta central; al fin pude entrar y ya en el pórtico se hallaba la bandera en manos de un compañero mío, en espera del Excmo. e Ilmo. Sr. Monseñor Ragonessi [2], Nuncio de Su Santidad, que había de oficiar en la misa, y que poco se hizo esperar. 

Monseñor Francesco Ragonesi

La misa fue cantada a tres voces por el coro del Colegio, acompañados por el organista, Sr. Ballesteros [3], dos violines, y un violoncelo. La ejecución fué esmerada. El Sermón estuvo a cargo del Ilmo. Sr. Don Francisco Tabar, (Canónigo de la S. I. Catedral de Vitoria. y capellán de honor y predicador de S. M.) que nos dejó maravillados de su palabra, suelta y oportuna, y de su estilo, elocuente y elevado, que no decayó en ninguno de los pasajes de su sermón, el cual, versó acerca de la labor educativa, y de la influencia religiosa de la C de M.

Hizo varias alusiones a Alfonso XII, alumno que fué del Colegio «Stanislas» de París, y dedicó parte de su elocuente sermón a la Revolución francesa y a la extensión mundial de la Congregación.

¿Y el teatro? dije riendo a mi amigo, que acabada la anterior narración, se disponía a salir. «¡Es verdad! exclamó asombrado; mentira parece que yo, que siempre gocé fama de discreto y prudente, deje pasar por alto esa fiesta, en la que, lució la excelente preparación merced a la actividad de nuestros profesores, y la franca alegría de los muchachos ante los chistes y agudezas, de que hicieron gala, en el escenario, los improvisados comediantes».

 Y dejando el sombrero, que ya había tomado en sus manos, y arrellanándose en el amplio butacón, mi complaciente amigo, continuó de esta manera: «Llegué al teatro a las dos y cuarto y apenas puse el pie en el umbral de entrada me sentí prensado por un considerable número de personas que en el pórtico se hallaban. Los muchachos iban de arriba para abajo, y de abajo para arriba, procurando colocar en buen sitio, sirviendo de introductores, al elevado número de invitados que iban llegando constantemente; otros corrían de un lado para otro, encasquetando, a todo el que encontraban a su paso, un opúsculo relativo a la vida y obras del P. Chaminade; al fin tras muchos codazos y empujones conseguí entrar en el patio de butacas. ¡Amigo mío, allí sí que había animación! Los muchachos mayores, desvelábanse, a cual más, para servir de galantes introductores, a las muchas personas que entraban y… 

Los palcos, paulatinamente, eran asaltados por los concurrentes, que apenas entrados en el teatro, se dejaban caer en los asientos con el rostro gozoso, por haber podido ocupar aquel lugar, pues como todo en este mundo tiene su límite los palcos también lo tenían y aquellos que rezagados llegaban, por no haberse molestado en comer un poco más «parvícolamente» (apunta bien la palabreja) tuvieron que asaltar, cuando ocupadas fueron las butacas, el gallinero, en el que yo también me encontraba, pues ya sabrás el refrán: nobleza obliga… 

Poco antes de las dos y media llegó el Excmo. Sr. Monseñor Ragonessi, que había de presidir las fiestas en el Teatro de la Zarzuela. 

Tiirrim… expectación. Todas las miradas se vuelven al escenario, para descubrir, tras el tupido telón, los «parvulienses» personajes que han de actuar en el primer sainete: La torta de mi abuela. 

Tiirrim… tiirrim… Al fin, pausadamente subió el telón como si quisiera ver, un rato más, el lleno que el teatro presentaba. 

Ya se encuentra en el escenario uno de los tres actores que han de interpretar el sainete (y perdona, amigo mío, si por mi mala memoria no te digo su nombre), que con la naturalidad y sencillez propias de su edad, comenzó a declamar, en voz algo baja, los primeros versos del sainete, mas, bien pronto se rehizo del efecto que le había causado la numerosa concurrencia, ante quien por primera vez se presentaba, y elevando la voz declamó todos los versos, sin azaramientos ni tropiezos, al unísono con otros dos compañeros que con la sonrisa en los labios y con franca ingenuidad, los tres, representaron la obra de tal modo, que si bien en algunos momentos se divorciaron del sexteto, ellos continuaron su camino, sin dejarse persuadir, ni por los gestos del director ni por la música de los violines. Fueron muy aplaudidos.

A continuación nos fué presentada una romanza en francés L’ enfant égaré [4] por Juan José Lombera, (alumno de 3er año) que por su corrección denota un pleno dominio del idioma y por su estilo un arte fino y sentimental; gustó mucho.

Rafael Sánchez-Guerra Sainz

La huelga de los herreros [5]. Con la representación de este poema alcanzó el actor, Rafael Sánchez-Guerra [6] (antiguo alumno del «Pilar») lo que se dice un verdadero exitazo y satisfecho debió retirarse del escenario por los muchos aplausos que oyeron sus oídos y que bien merecidos tenía por la sobriedad y naturalidad de sus gestos, y por el vigor y ternura con que nos presentó aquellos pasajes, que como el adjunto, eran de suyo, tristes y sentimentales: 

Déjame a mí. iYo me condeno a muerte!
Yo, alargando la gorra con la mano
de uno en uno pedí: ¡Para mis nietos
y mi mujer! ¡Una limosna, hermano! 

y por la viril energía con que declamó aquellos versos, que como el siguiente, lo requieren: 

Jamás, ni el perro al látigo rendido
mostró expresión de súplica rastrera
como en aquel momento, aquel bandido
retrocediendo ante mi audacia fiera. 

Tras la declamación de este poema, llegamos a la parte esencial del acto, el momento de descubrir el busto del R. P. Chaminade.

Hallábase, el busto, en el centro del escenario rodeado de flores, y a su izquierda se encontraba J. L. Mendoza (alumno del 2.º año), que interpretó con gran naturalidad y sosiego los muy bien sentidos y mejor escritos versos de Ramón Álvarez (antiguo alumno del “Pilar”). El busto era de una corrección impecable, retratándose en su rostro todos los nobles afectos e ideales sentimientos que animaron al alma del P. Chaminade; el busto, en total, era de una delicadeza de líneas que revelaban una obra hecha con cariño.

Centenario de la Compañía de María
Fotografía del acto en el Teatro de la Zarzuela en la que se aprecia el busto del beato Chaminade. (Fuente: ABC 22-12-1917 Hemeroteca ABC)

En cuanto a los versos que fueron recitados en el acto de la inauguración del busto no necesitan más que esta calificación: hermosos y sentidos, como pueden comprobar mis lectores por las siguientes estrofas a las que remito mi elogio…: 

Un alma tiende su vuelo
y se remonta hasta el cielo,
y abajo queda la escoria
de un cuerpo que yace inerte
¡Qué hermosa brilla la muerte
cuando conduce a la gloria! 

Juan Ignacio Luca de Tena

Yo amo, tú amas… Monólogo de López Montenegro [7], que fue interpretado, «non plus ultra» por J. I. Luca de Tena [8] que representó, a la perfección, los tipos convencionales del amor en el teatro, y sus sempiternas ñoñerías: el hortera, el matón, el señorito, el hidalgo, que vierten sus sandeces amatorias, con arreglo a un patrón que no admite diferente corte, aún tratándose de cosa tan poco disciplinada y tan incoercible como los sentimientos del corazón; presentándonos, en los diversos pasajes del monólogo, con inimitable soltura al francés, con su tono dulzón y soso; al inglés, siempre obsesionado por sus negocios y para quien el amor es una cuestión de intereses; al alemán, a quien el fuego del corazón, no hace quebrantar la disciplina cuartelaria ni le desbarata la actitud de ¡firmes!

J. I. Luca de Tena fue encarnando todos estos papeles, con una naturalidad, con una comprensión de los varios personajes, que le acreditan de excelente actor. La hilaridad fue mayor todavía, al representar al italiano y a la italiana prestándose a sabrosos chistes, el sonar de algunas de sus palabras, más ardorosas e inflamadas a cosas, muy vulgares, en castellano como: O…carina, morta…adela.

Y como digno remate de las fiestas, la representación del juguete cómico, de Vital Aza [9], Parada y fonda gran triunfo de la función como debían aspirar a hacerlo los veteranos actores que la representaron: J. I. Luca de Tena, Ramón López-Montenegro, Sr. del Arco, Javier y Pepe Barroso [10]: Todos ellos dominaron en todos los momentos, la situación, no solamente dando relieve por su actuación a las cómicas situaciones e hilarantes chistes de la obra, sino inventando algunos más cuando se terciaba. Muchísimos aplausos y bien merecidos, pues chicos y grandes rieron tanto y de tan buena gana que como dijo Sancho: tuvieron necesidad de apretar las ijadas con los puños, para no reventar riendo.

Y ahora creo, amigo mío, que puedo marcharme tranquilo, pues a fe mía nada que por decir tenga queda olvidado.

Adiós, díjele yo: un montón de gracias por tus palabras que desperdiciare y…«que Dios te de salud y a mí no me olvide» añadí recalcando una frase del glorioso manco, cuando mi amigo, ya en la puerta, me respondió presto…: y… que también me de un puesto para que pueda ver otra vez, una fiesta tan hermosa, como la que mis ojos presenciaron el 21 de Diciembre».

Y con estas palabras dio mi amigo fin a su relato, que tengo a bien, presentar al lector, si es que ha tenido paciencia para leer hasta el fin, este disparatado artículo. 

MANUEL A. OSSORIO [11] (6.º año.)

Notas del editor:

  1. El padre Francisco Javier Delmas fue provincial de los marianistas en España entre 1900 y 1916.
  2. Francesco Ragonesi (1850-1931), fue un cardenal italiano que sirvió como nuncio en España, con facultades de legado a latere desde 1913 hasta 1921. En el texto original aparece escrito Ragonessi, incorrectamente aunque he querido respetar lo escrito por el autor.
  3. José Moreno Ballesteros: Autor de la partitura del himno del colegio, organista de la parroquia de la Concepción y padre del compositor Federico Moreno Torroba, autor entre otras de la célebre zarzuela Luisa Fernanda.
  4. «L’enfant égaré» («El niño perdido») puede que haga referencia al libro de Foucaux de 1854, pero no tengo datos que me permitan confirmarlo.
  5. «La huelga de herreros» («La Grêve des forgerons»), poema de François Coppée (1842-1908).
  6. Rafael Sánchez-Guerra Sainz (Madrid 1897-Villava 1964): Promoción de 1915. Político, Periodista, Presidente del Real Madrid y fraile dominico. La biografía de Rafael Sánchez-Guerra es una de las más apasionantes que he podido encontrar. Animo al lector a que investigue por su cuenta.
  7. Ramón López Montenegro (Zaragoza 1877-Alfaro 1936): Periodista, dramaturgo y dibujante español. Autor del monólogo cómico «Yo amo, tú amas» publicado en 1914.
  8. Juan Ignacio Luca de Tena García de Torres (Madrid 1897-ibídem 1975): Promoción de 1914. Hijo de Torcuato Luca de Tena, además de comediógrafo, diplomático y periodista español, dirigió la revista Blanco y Negro desde 1925 hasta 1929 y a la muerte de su padre en 1929, dirige hasta 1936, el diario madrileño ABC. Fue el primer presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos.
  9. Vital Aza Álvarez-Buylla (Pola de Lena 1851-Madrid 1912): Escritor, comediógrafo, periodista, poeta y humorista español. Autor entre otras muchas obras de la citada «Parada y fonda» de 1885.
  10. Francisco Javier Barroso Sánchez-Guerra (Madrid 1903- ibídem 1990) y José Barroso Sánchez-Guerra (Madrid 1903-Sevilla 1941): Promoción de 1918 y 1917 respectivamente. Javier Barroso fue presidente de la Federación Española entre 1941 y 1946 y del Atlético de Madrid entre 1955 y 1964.Pepe Barroso fue militar y deportista. Murió en Sevilla mientras participaba en el concurso Nacional en el Club Pineda como Teniente Coronel del Ejército.
  11. Manuel Álvarez-Ossorio y de Carranza (Madrid 1902-Pontevedra 1979): Promoción de 1919. Contraalmirante de la Armada.