Hoy comparto con vosotros la introducción a la sección de vida religiosa de la revista Recuerdos del curso 1911-1912.

En este artículo, el autor describe el ideal buscado en la enseñanza religiosa del colegio, y critica duramente a otros colegios religiosos que educan niños apocados y con una religiosidad, en cierto modo, ñoña. Frente a ese estilo caduco, el colegio promovía una enseñanza orientada a preparar a los alumnos para la vida adulta, donde una profunda religiosidad les ayude a afrontar y resolver los conflictos y encrucijadas del día de mañana.

Llama la atención cómo el autor hace referencia ya en 1912 a la posibilidad del martirio cuando habla de ofrecer el pecho «a la bala que trae consigo la muerte». Palabras, quizás proféticas para muchos de los alumnos.

VIDA RELIGIOSA

Si no lo único que debe aprenderse en el Colegio, es indudable que lo más importante es la vida cristiana.

Y que no se alarmen los que, algo intoxicados con el espíritu mercantilista de la época, pretenden que hay sobrado trabajo acá en la tierra para dedicar mucho tiempo y muchas preocupaciones a una operación tan problemática como la del cielo. No, ni los alumnos del Colegio son tan místicos que se olviden de que viven en el siglo XX en que no se ganan los primeros puestos a fuerza de manejar las cuentas del Rosario, ni tan ignorantes que juzguen un estorbo para la vida el dogma y la moral católicos, y crean que llevando el Rosario en el bolsillo, el escapulario en el pecho y el ideal cristiano en la cabeza, se reduce uno a la categoría de los idiotas y de los incapaces.

Verdad es que algunos jóvenes que el mundo encuentra más «avispados» se deshacen muy pronto de una impedimenta de creencias y preceptos que les impiden correr en la vida con toda la holgura deseable, y dejan tamañitos [1], por su audacia y sus triunfos, a tanto pío congregante como sale de los colegios religiosos, con mucha devoción, con mucha medalla, pero sin arranque, sin valentía y con el cerebro atrofiado por ideas que son como un freno constante, en vez de obrar como un acicate poderoso.

Almas apocadas que bajan modestamente los ojos, de irreprochable corrección exterior, con sus dejillos de… hipocresía, tales son los engendros de la enseñanza religiosa, pero almas resueltas, de las que miran cara a cara a la vida, de las que ofrecen el pecho lo mismo a la bala que trae consigo la muerte que a las desgracias morales que desgarran el alma y que, en caso necesario, cuentan con músculos de acero que meten en cintura al primer bellaco que se desmanda, a éstas no se les echa la vista encima en muchas leguas a la redonda de esos centros de educación.

La objeción es formidable, al parecer confirmada por la experiencia y, sin embargo, los alumnos del Colegio de Nuestra Señora del Pilar la oyen… como quien oye llover.

Conocen a algunos de esos personajes, en quienes apenas hay conato de bigote y que sin embargo acogotan a media humanidad con la mirada, tratan a los grandes pensadores como a chiquillos de la escuela y deciden que Dios no meta baza en los asuntos humanos, los conocen y… no se ríen de semejantes fantoches porque les tienen lástima.

En cambio echan una mirada en torno suyo, abren las páginas de la historia patria y ven que lo que vale y lo que brilla, pero con resplandor verdadero y no prestado, lo forman en su inmensa mayoría hombres que han ido a buscar su inspiración y los arrestos necesarios en sus ideales religiosos, así como se dice, como la última devota o la más apocada de las monjas, y se dicen para su capote: «Pues, señor a estos últimos me atengo y venga rosario y vida cristiana, que con los anteriores no hago yo buenas migas, aunque me dispensen de preocupaciones tan molestas como la de pensar en mi alma y de llevar una vida decente y digna.»

No, la religión y sus prácticas no son todo en la vida humana; hay que contar con las condiciones naturales de cada uno, con sus esfuerzos constantes y decididos; pero son para cada uno y en todos los momentos un foco de luz y de energías que encauzan la vida y la mantienen en el camino recto y así la fecundan y hacen beneficiosa para el individuo y la sociedad.

Y como los jóvenes estudiantes del Colegio de Nuestra Señora del Pilar no pretenden más que desarrollar una vida intensa y provechosa para ellos y para todos aquellos a quienes alcanza su acción, de ahí que en el siglo XX pretenden saber rezar y practicar vida cristiana, como tantos otros que en todos los siglos han sido sus modelos en la vida religiosa, sin dejar de serlo en el desempeño de sus respectivas profesiones y en el influjo ejercido en la sociedad en cuyo seno se deslizó su existencia.

Notas del Editor:

  1. Dejar, quedar tamañito: Confundir a alguien o dejarle achicado.