En Abril de 1913 el Cardenal Primado de España, S.E.R. Gregorio Aguirre, emitió una circular general en la que invitaba a todos los niños de las escuelas católicas de España a ofrecer en un mismo día y hora una Comunión, «para que el cielo escuche sus vírgenes plegarias en favor de la paz y exaltación de nuestras creencias religiosas«. El día fijado fue el 1º de Mayo, fiesta de la Ascensión.

Aunque este acto se englobaba oficialmente dentro de las Fiestas Constantinianas, que tenían por objeto la celebración del XVI centenario del Edicto de Milán y por tanto, del fin de las persecuciones a los cristianos, existía también un trasfondo político. El 25 de Abril de 1913, el gobierno del Conde de Romanones había publicado un Real Decreto que si bien en su artículo primero estipulaba que «las enseñanzas de Doctrina Cristiana y nociones de Historia Sagrada continuarán figurando con carácter obligatorio en el plan de estudios de las escuelas públicas de instrucción primaria«, en el artículo segundo del mismo Real Decreto matizaba que «quedarán exceptuados de recibirlas los hijos de padres que así lo deseen por profesar religión distinta a la fe católica«.
Esta ley había originado tensiones entre la Iglesia y el Estado, por lo que se utilizó el acto litúrgico del 1º de Mayo a modo de reafirmación de los derechos de la mayoría católica de la población.

En lo que al Colegio del Pilar se refiere, éste participó activamente en estos actos y se sumó a la convocatoria del arzobispo de Toledo, tal y como se refleja en la revista Recuerdos del curso 1912-1913:
Comunión General
Los alumnos del Colegio, uniéndose a la grandiosa manifestación celebrada en toda España por los niños católicos, hicieron el día 1º de Mayo una comunión general. Puede decirse que a pesar de lo temprano de la hora ni uno solo faltó, pues cada cual quería dar pruebas de sus religiosos sentimientos y de que a pesar de sus cortos años comprenden la importancia sin igual de la enseñanza religiosa.
Es indudable que Dios habrá acogido complacido la inmensa y ardiente súplica de todos los niños de España y que reserva para el porvenir religioso de nuestra patria espléndidos y magníficos días.
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