Hace una semana habíamos dejado a los marianistas con un terreno recién adquirido en la Avenida de Menéndez Pelayo para la construcción de un nuevo colegio donde ubicar a los alumnos del Pilar. Sin embargo, como suele decirse: «El hombre propone y Dios dispone».

El 15 de Octubre de 1920, unos meses después de formalizada la compra de la finca de la Marquesa de Bárboles en el colegio de Goya se recibía una visita que iba a trastocar todos los planes. Así lo narraba el P. Domingo Lázaro:

«Hace cosa de quince días se presentó a D. Clemente Gabel un caballero, ingeniero agrónomo del Banco Hipotecario que le emplea como tasador de fincas. Después de los saludos, entró de lleno en el asunto que traía. «Sé que Uds. quieren hacer un nuevo Colegio. ¿Tienen Uds. ya el terreno? Sí, le contestó D. Clemente. ¿Y lo tienen pagado? También. ¿De modo que piensan Uds. hacer pronto el Colegio? Cuanto antes podamos; ya están los planos hechos. Si no es indiscreción ¿qué presupuesto aproximado tienen? De dos a tres millones. ¿Podría yo ver someramente los planos? No hay inconveniente».

Y se los enseñó D. Clemente. Luego de verlos, el ingeniero dijo: «Bueno, son unos 5000 m. de construcción; son x… pies; bien, a 45 pts. pie… resultan por lo menos cuatro millones. Pero ¿sabe Ud. lo que es meterse ahora a construir? Nada hay seguro, ni obreros, ni materiales, ni precios. Sin contar con los quebraderos de cabeza y los disgustos. Miren: Uds. quieren hacer un Colegio; pues yo se lo traigo hecho». «¿En qué sitio?». «No puedo decírselo a Ud. pero bastará que le cerciore de que es en este mismo barrio y en lugar muy céntrico», «Entonces, repuso D. Clemente, no me hable más: es el edificio de la difunta duquesa de Sevillano». «Ese mismo: les costará a Uds. aproximadamente lo mismo que el que Uds. piensan hacer, y tienen las ventajas de que está ya hecho, con material inmejorable, con pabellones separados. Y su costo fue de 7 millones».

Clemente Gabel S.M.
Clemente Gabel S.M.

D. Clemente se hizo el desinteresado. «Pues mire Ud., dijo D. Clemente, a decir verdad, ese edificio ya lo tenemos visitado, y nos llamó poco la atención…; la prueba es que adquirimos este otro terreno y nos decidimos a construir otro edificio más a nuestro gusto. Además estamos al lado del Retiro». Y luego: «Adaptar el edificio de la Sevillano para Colegio costaría por lo menos otro millón».»

Aquel ingeniero agrónomo no era otro que Emilio Ullastres Coste, padre del que sería Ministro de Comercio Alberto Ullastres Calvo, pilarista de la promoción de 1929.

Por supuesto, los marianistas estaban muy interesados en esta propuesta. Ya habían tanteado antes el edificio de la calle de Castelló pero escapaba por completo a su presupuesto. Sin embargo, esta nueva oferta del Sr. Ullastres daba un giro de 180º a la situación. El P. Domingo Lázaro consultó a D. Juan Clot que tanto les había ayudado en el asunto de los terrenos de la Avenida de Menéndez Pelayo:

«Don Juan Clot, consultado, quedó atónito. Me dijo: «No nos emborrachemos con la proposición, pero no la desechemos: estudiémosla en frío y pensemos ventajas, inconvenientes y condiciones»

El entusiasmo se deja traslucir en esta nueva carta del P. Domingo Lázaro:

«Continúan dándose coincidencias singulares que parecen providenciales. Vivimos realmente días solemnes e incluso de una cierta angustia, a causa de la enormidad de las consecuencias, cualquiera que sea la solución, afirmativa o negativa, que se dé al problema. Estamos completamente convencidos de que la oportunidad presentada ofrece caracteres providenciales. Nos esforzamos en realizar del mejor modo posible nuestras combinaciones y nuestros cálculos; forzosamente, algún sector de nuestro círculo va a quedar al descubierto, pero también es preciso que dejemos ese sector, cortésmente, a la Providencia, persuadidos de que detrás de nuestras combinaciones y de nuestros regimientos de cifras que ocupan a los otros sectores, está el sector providencial que será el único protegido. No es difícil, le aseguro sentirse y decirse muy pequeño: sine Te nihil possumus facere [sin Ti no podemos hacer nada]. Recemos, recemos, recemos.»

María Diega Desmaissières y Sevillano. Duquesa de Sevillano.
María Diega Desmaissières y Sevillano. Duquesa de Sevillano.

Dña. María Diega Desmaissières y Sevillano, Condesa de la Vega del Pozo, Marquesa de las Fuentes de Duero, Marquesa de los Llanos de Alguazas, Duquesa de Sevillano y Grande de España había heredado una inmensa fortuna que superaba los 100 millones de pesetas. La duquesa decidió invertir parte de este capital en mejorar las condiciones de vida y la educación de la sociedad de su tiempo, por lo que mandó construir un inmenso asilo para huérfanos en Guadalajara y en la calle de Castelló de Madrid un colegio cuya función era la de recoger a niñas pobres, a las que se las educaba para poder ganarse la vida por si mismas mediante la concesión del titulo de enseñanza superior de institutriz, maestra y directora de talleres.

Dña. María Diega, que no tenía descendencia ni sobrinos directos, falleció el 9 de marzo de 1916 en Burdeos sin haber hecho testamento, por lo que a su muerte toda una legión de supuestos herederos acudieron a reclamar su inmensa fortuna. Baste decir que solamente en cuentas corrientes de diversos bancos el capital ascendía a 33 millones de pesetas a las que había que añadir inmuebles, fincas, valores, joyas, etc. Durante varios años se sucedieron los pleitos en España y Francia para esclarecer el destino de esta herencia y la legitimidad de los herederos, quienes en 1920 ya estaban intentando transformar en dinero líquido los inmuebles que había mandado construir la duquesa y que no habían llegado a estrenarse, como era el caso de los asilos de Guadalajara y Madrid.

Vista general desde Príncipe de Vergara.
Vista general desde Príncipe de Vergara.

Por tanto, la Divina Providencia hizo que confluyeran en el mismo tiempo y lugar el deseo de los ocho herederos legítimos que querían liquidar cuanto antes una herencia millonaria y la necesidad de los marianistas de conseguir un nuevo espacio donde ubicar el colegio. De esta forma los acontecimientos se desarrollaron con asombrosa rapidez. En Diciembre de 1920 ya se habían visitado los inmuebles de Madrid y Guadalajara y la impresión no podía ser más favorable. Pero mejor que sea el propio P. Domingo Lázaro quien nos cuente cómo iban las negociaciones en esta carta de Enero de 1921:

«El ingeniero tasador del Banco Hipotecario, Sr. Emilio Ullastres, hace la presentación del asunto a D. Clemente, hacia el 5 o 6 de Noviembre. Consultamos con Clot y Prieto, pues ante lo enorme del asunto, no sabíamos qué pensar. Varias entrevistas ClotUllastres en que la admirable inteligencia de Clot desenreda el asunto, lo clarea y puntualiza. Ullastres tenía prometida por los vendedores el 2% de comisión. Anuncia Ullastres que los Jesuitas ofrecen 5.000.000. Nos parece increíble y, además, inverosímil. Comprobamos luego que no están los Jesuitas de por medio. Otras amenazas: el edificio lo busca el Instituto Geográfico, el Museo de Historia Natural… Entrevistas difíciles y de resultado dudoso por ser numerosos y… algo danzantes tales o cuales interesados. Clot ofreció desde los comienzos una cantidad evidentemente irrisoria: 2.250.000 pts; ellos dijeron que de 3.000.000 arriba. Además, para Guadalajara que sí, que no, vuelta que sí, vuelta que no; que sí con más, que sí con igual precio, etc. Unos días dicen una cosa, otros días otra. Y así hemos estado dos meses.

Acuerdo penúltimo: a) 2.750.000 pts. por ambas fincas, juntas, o no; b) pago de 200.000 al otorgar la escritura privada, 1.300.000 al otorgar la escritura pública, y 1.250.000 tres años después cuando, cumplidos ya los requisitos del Banco Hipotecario, este haga efectivo el préstamo; c) hasta esa fecha, pago del 5 % de interés a los herederos por ese último 1.250.000. Pero querían forzarnos a tomar Guadalajara sin beneficio de inventario.

A fuerza de insistir, se ha logrado la disyunción efectiva de Guadalajara, pues hubiera sido más que temerario el aceptarla sin previo estudio de los detalles del problema y de las cargas. Eran estas: dos misas diarias en el Panteón, una escuela, el mantenimiento de un viejo capellán… etc., sin contar lo que supone el sostenimiento de un inmueble de más de 13.000 metros cuadrados construidos, y la instalación de luz y calefacción. El conde de Romanones tenía empeño que fuéramos allí, pues él veía inmediata la creación de una escuela de Agricultura como la de Grangeneuve.

Venerable P. Domingo Lázaro, S.M.
Venerable P. Domingo Lázaro, S.M.

Ahora sólo nos falta -así creemos al menos-, que venga uno de los abogados, actualmente en París, para firmar el documento privado. No entro en más detalles para no obscurecer el asunto, pues he visto que no tengo facilidades de expresión para exponer claramente las cosas… M. Gaehlinger me escribe desde San Sebastián que el empréstito de América saldrá dentro de poco, si no ha salido ya. Ya comprende Ud. que paso momentos difíciles ¡Cuántas gracias le debo!»

Finalmente, el 25 de Enero de 1921, hace hoy exactamente un siglo, se firmó el contrato de compra-venta del edificio de la calle Castelló. Así lo narraba Domingo Lázaro a otro religioso:

«Acabamos de firmar. Hemos puesto la primera y la última piedra del colegio a la vez. La Santísima Virgen ha tenido ocurrencias que no hubiéramos pensado nosotros. Antes de estampar la firma fui a la capilla y pedí a Dios que tomara mi vida en holocausto antes de firmar, si no era voluntad suya que la Compañía adquiriera aquel edificio.»

Tras la firma, toda la comunidad se reunió en la capilla del edificio de Goya para rezar: rosario, exposición del Santísimo, Te Deum de acción de gracias, Magnificat y De profundis por el eterno descanso de la Duquesa de Sevillano. Al día siguiente fueron los pequeños del colegio los que tomaron posesión del nuevo edificio, pero eso ya es otra historia…

Firma del Venerable Domingo Lázaro en el contrato de compra del edificio de Castelló el 25-I-1921.
Firma del Venerable Domingo Lázaro en el contrato de compra del edificio de Castelló el 25-I-1921.

Fuentes consultadas:

  1. La Simpatía en la Educación, Antonio Martínez García, 1954.
  2. Un alma de Educador, Antonio Martínez García, 1949.
  3. Domingo Lázaro, José María Salaverri, 2003.
  4. Epistolario de Domingo Lázaro, Enrique Torres Rojas, 2014.
  5. Cuadernos de Don Pedro Ruiz de Azúa.