Hoy os voy a contar tres historias en una. Es decir, tres vidas que confluyeron fatídicamente en un mismo destino. Las vidas de tres pilaristas de tres promociones distintas pero con una misma vocación y un mismo final.
Roberto Baamonde Guitián
Roberto había nacido el 1 de abril de 1908. Pertenecería a la promoción de 1923 del colegio, pero lo abandonó antes para ingresar en la Armada. Puesto que en los archivos del Instituto Cardenal Cisneros -del que dependía el Colegio del Pilar- sólo consta su expediente entre 1917 y 1919 podemos suponer que fue alumno del colegio en esos años.
Gracias a la documentación consultada es posible reconstruir su hoja de servicio. Recibió su primer nombramiento el 1 de agosto de 1922 e ingresó en el servicio, el 1 de septiembre de ese mismo año. Ascendió a Alférez de Fragata con fecha de 1 de septiembre de 1925. Después a Alférez de Navío con antigüedad de 1 de septiembre de 1927 y en 1930, le hallamos destinado desde noviembre de 1929, en el cañonero «Lauria». En 1930, ya se hallaba en posesión de la Cruz de 1ª clase del Mérito naval con distintivo blanco [1]. Entre 1930 y 1933, cursó la especialidad en submarinos. Ascendió al empleo de Teniente de Navío con antigüedad de 24 de octubre de 1931 y en 1933, se encontraba con tal empleo, destinado desde el 16 de abril de 1932, en la Escuadra, concretamente, en el crucero “Miguel de Cervantes” [2]. También había ocupado el puesto de Ayudante del Vicealmirante Jefe de la Escuadra hasta el 25 de Marzo de 1932 [9].

En diciembre de 1934 Roberto se casó en Madrid con María del Mar Domínguez de Monsalve y se trasladaron a Cartagena donde estaba destinado nuestro compañero, concretamente en el crucero «República» (antes «Reina Victoria Eugenia») [10]. Con el tiempo, de este matrimonio nacería una hija, María Pilar Baamonde Domínguez.
El 18 de julio de 1936, se hallaba en el cargo de 2º Comandante del submarino «C-4» [7], el cual había zarpado de su base en Cartagena con el resto de la flotilla de sumergibles (submarinos «C-1», «C-3», «C-4», «C-6» y «B-6») para bloquear el Estrecho de Gibraltar y evitar el paso de unidades desde las plazas del norte de África a la península (ver El paso del Estrecho y el Alférez de Navío José María Moreno y Mateo-Sagasta.). Cada submarino arribó a la zona que tenía asignada. El día 20 de julio a las 19:00 y estando los submarinos frente a Melilla se recibió la orden de dirigirse a Málaga para abastecerse.

El día 21, a las 8:00, y a la vista de Málaga, se encontraba el Comandante del «C-4», el Capitán de Corbeta D. Ramón Aubarede y Leal, en el puente con el Alférez de Navío D. Ramón Lobo. El Teniente de Navío D. Roberto Bahamonde Guitián se hallaba descansando en su camarote. Subió entonces al puente el Cabo electricista Arregui y al pasar junto al Comandante junto con otros marineros y pistola en mano les detuvo y les encerró en el camarote. Roberto Baamonde es también detenido mientras dormía. Se les pone un vigilante en la puerta con orden de «disparar sin vacilar» ante el menor movimiento.
Antes de entrar en Málaga y proveniente del «C-1» toma el mando del submarino el Teniente de Navío D. Jesús Las Heras. Al llegar al puerto, los detenidos pasaron al buque-prisión “Monte Toro” bajo la acusación de ser considerados adictos al Alzamiento nacional [5].

Dejamos por un momento a Roberto Baamonde preso en el «Monte Toro» para ir descubriendo al resto de protagonistas de nuestra historia.
Enrique Salorio Suárez
El siguiente protagonista de nuestra historia es Enrique Salorio Suárez. Antiguo alumno del colegio de la promoción de 1925, al igual que su hermano pequeño, Rafael, de la promoción de 1937. Respecto a su hoja de servicio podemos decir que fue promovido a Alférez de Fragata con fecha de 1 de agosto de 1933 [11] y en 1934, ya como Alférez de Navío, se incorpora a la flotilla [12].
Sin embargo, nada mejor que reproducir lo que de él escribió un compañero suyo, Antón Riestra del Moral, en el artículo que publicó en el Boletín de la Asociación de Antiguos Alumnos del colegio:
Un héroe cristiano
Notas sobre la vida y gloriosa muerte de Enrique Salorio Suárez, Alférez de Navío y alumno de la 13 Promoción del Colegio del Pilar.
Si en el año 1925 alguno de los Profesores o condiscípulos en el Colegio hubiese especulado con la vida futura de aquel muchacho, nuevo bachiller, que se llamó Enrique Salorio, no podría suponer de ninguna forma, que andando el tiempo y en plena juventud, su muerte iba a servir de ejemplo a generaciones futuras y su vida sería un magnífico modelo para las juventudes españolas y sobre todo a los antiguos alumnos del Colegio del Pilar que tuvimos la dicha de conocerlo y ser amigos suyos.
Nuestro gran compañero nació en La Coruña el 27 de Febrero de 1909, en donde transcurrió su primera juventud, por su inalterable bondad, por su inagotable alegría y por su incomparable simpatía, su popularidad en su pueblo natal era inmensa, lo querían cuantos lo trataban y lo admiraban todos los que lo conocían.

Los últimos años del bachillerato los cursó en Madrid en el Colegio del Pilar, y como en la Coruña, en seguida se distinguió entre sus compañeros, no era un gran estudiante, ni un gran deportista, todo lo hacía con verdadera sencillez, procurando pasar inadvertido, le indignaba que algún admirador, entre los muchos que contaba, elogiase alguna de sus muchas cualidades, gran creyente, no hacía alarde de su inquebrantable piedad, que sólo los muy íntimos conocíamos, y esto lo hacía no por vergüenza de sus creencias sino por un sentimiento involuntario de verdadera humildad cristiana.
A partir de 1925, año de la terminación del Bachillerato, su vida se consagra a su gran vocación de marino; ingresa en la Escuela Naval Militar el 1 de agosto de 1928; el 7 de agosto de. 1933 fue promovido al empleo de Alférez de Fragata, terminando la carrera en San Fernando en 1934 ascendiendo a Alférez de Navío.
La influencia de su ciudad natal, de gran tradición marinera, lo hace escoger esta carrera y la sirve por entero dándole todos sus afanes y poniendo al servicio de la Patria, representada en la Gloriosa Marina de Guerra, su persona, su talento, su alegría, su recto sentimiento del deber, su arraigado convencimiento cristiano de la vida, y siempre despertando involuntaria simpatía y admiración de jefes, compañeros y subordinados, sin el menor esfuerzo, sin dar importancia a sus quehaceres y a sus éxitos, molestándole que alguien se los reconociese, a juzgar por lo que él contaba, nada en su vida era digno de mención, todo era sencillo y realizado sin el menor esfuerzo.
La orientación dada por la República a los destinos de la Patria, lo llenaban de justa y sana indignación, todo su ser se revelaba contra la política sectaria laicista, los manejos de los dirigentes rojos para fomentar la indisciplina en los barcos de la Escuadra, lo tenían preocupado y descontento. Recuerdo la última vez que lo vi, en un permiso en La Coruña, me dijo escuetamente y como siempre, sin darle importancia, como quien relata algo que le va ha suceder a otro, que sus días estaban contados, que muy pronto, él y otros muchos morirían defendiendo la idea de Dios y la Patria y que esto sucedería sin lugar a dudas, predestinación desgraciadamente cumplida, mucho antes de lo que podíamos suponer.
Y llega el momento de su heroica muerte, definida por sus jefes como extraordinaria, considerándole como un verdadero mártir y héroe.

Al llegar el Glorioso Movimiento Nacional, el Alférez de Navío Enrique Salorio se encontraba de Oficial en el «Almirante Antequera» con destino en Málaga, en donde desembarcó ocultándose en una pensión para no prestar servicio a los marxistas, descubierto en dicho lugar, fue detenido y trasladado al buque prisión «Sister» y de allí a la prisión Provincial de Málaga, en donde fue nuevamente invitado a prestar servicios a la Marina de Guerra Roja, contestando con una rotunda negativa a sabiendas que su sentencia de muerte era un hecho, el día 20 de septiembre de 1936 fue fusilado en unión de diecisiete marinos más, que como él prefirieron la muerte en plena juventud a servir una causa indigna y a traicionar sus ideales.
Las declaraciones del M. I. Arcipreste de Alora, D. Antonio Morilla y la del Revdo. Padre García Alonso, S. J. que convivieron el primero en el buque «Sister» y el segundo en la prisión con el Alférez de Navío, Salorio, relatan su heroísmo y la absoluta serenidad del mártir, él y sus compañeros se sentían impacientes al llegar la hora del sacrificio porque se retrasaban sus verdugos demorándoles «su entrada en el paraíso».

Este es a grandes rasgos el relato de la magnífica vida y de la heroica muerte de Enrique Salorio y de sus compañeros que lo acompañaron en el martirio. ¡Quiera Dios que nos sirva de ejemplo al llegar el momento supremo!
La Comunidad del Pilar puede sentirse orgullosa del alumno de la 13 Promoción, Enrique Salorio Suárez.
ANTON RIESTRA DEL MORAL
Procurador en Cortes
Luis Jáudenes Junco
Y aún nos queda un tercer pilarista unido a los dos anteriores por circunstancias igualmente trágicas. Se trata de Luis Jáudenes Junco, de la promoción de 1924 y hermano de José, de la promoción de 1920, Casimiro, de la promoción de 1922, y Ramón, de la promoción de 1933. Ramón y Casimiro morirían en la guerra. También tenían dos hermanas: María y Leticia. Todos ellos hijos de Don José Jaúdenes Clavijo, Contraalmirante de la Armada, y de Doña María del Junco. Luis había nacido el 23 de octubre de 1908. Era por tanto, unos meses más joven que Roberto y unos meses mayor que Enrique. De su paso por el colegio nos queda alguna aparición en el libro de oro (ver Libro de oro de primera enseñanza. Curso 1917-1918).

Como hemos hecho con sus dos compañeros anteriores, podemos reconstruir su hoja de servicio. Había recibido su primer nombramiento el 13 de agosto de 1924 e ingresado en el servicio, el 4 de septiembre de ese mismo año. Con efecto el 1 de septiembre de 1929 es ascendido a Alférez de Navío [16]. En 1930 se hallaba en situación de licencia reglamentaria desde el 25 de septiembre de ese mismo año. En 1933, este Alférez de Navío se hallaba prestando sus servicios en el guardacostas “Uad-Kert” desde el 27 de abril de 1932.

Siendo comandante del guardacostas, D. Luís Jaúdenes fue detenido por la policía en Cádiz, siendo acusado de quemar una pequeña bandera republicana en la planta baja del mismo, en compañía de un ingeniero alemán y de otro oficial de la Armada, el 6 de agosto de 1932. Dicha noticia, apareció publicada en el rotativo madrileño ABC a la mañana siguiente y decía:
“…Acerca de la quema de una bandera tricolor en Cádiz. Cádiz 6. 10 mañana. En el hotel de la playa, fueron detenidos por la Guardia municipal y entregados a la Comisaria, D. Gustavo Albrech, de treinta y tres años, ingeniero alemán y vecino de Sevilla; D. Juan de Dios Casas Ochoa, capitán de Intendencia de la Armada, de veintisiete años y D. Luís Jaúdenes Junco, de treinta y cinco [realmente tenía veinticinco años, se trata de una equivocación del periodista], segundo comandante del buque de Guerra “Uad-Kert”, acusados de haber quemado una pequeña bandera tricolor de las que adornaban la planta baja del hotel. El ingeniero Sr. Albrech, fue puesto a disposición del gobernador, y los señores Casas y Jaúdenes a disposición del capitán general del departamento marítimo…”
Unos años después contrajo matrimonio con doña María Carlota García de Sola y Moyano en Madrid, en la capilla gótica del colegio de El Pilar, el 6 de enero de 1934, como hemos hecho muchos pilaristas. De este matrimonio, nacieron María del Pilar y Luis Jáudenes García de Sola.

En 1936, formaba parte de la oficialidad del submarino “C-3”, desde el 4 de febrero de 1935. El 18 de julio de 1936, zarpó a bordo del submarino como segundo comandante, junto al resto de la flotilla compuesta de cinco sumergibles, como ya hemos visto antes. El día 20 de ese mes, dicha flota, se hallaba desplegada frente a Melilla. La situación a bordo se hacía ya insostenible ya que las dotaciones, recelaban de sus mandos y vigilaban todos sus movimientos. Finalmente, y siendo la primera en hacerlo en toda la flotilla, la dotación del «C-3» se sublevó contra sus jefes en el momento en que un grupo de auxiliares y cabos, se presentaron ante el comandante, el Teniente de Navío D. Rafael Viniegra González-Roldán, instándole diera explicaciones de su actitud ante los sucesos que inevitablemente se habían de presentar. En ese momento, intervino el Alférez de Navío D. Luis Jaúdenes Junco, tratando de mediar con la dotación y reuniéndose acto seguido con su comandante en la cámara de oficiales, momento en que ambos son detenidos y confinados bajo vigilancia en el camarote del comandante, tomando en ese momento el mando del submarino «C-3», el Alférez de Navío D. Antonio Arbona Pastor.
La prisión
Al llegar a Málaga los detenidos fueron conducidos al «Monte Toro» donde Roberto Baamonde y Luis Jáudenes se volvieron a encontrar. Hasta el día 25 de julio fueron alojados en la cámara de primera del barco y custodiados por los carabineros. Sin embargo, a partir de ese día se hicieron cargo de su custodia los milicianos de la F.A.I. y fueron encerrados en la bodega.
Las condiciones higiénicas en la bodega eran inexistentes. Los prisioneros no tenían posibilidad de asearse, ni de hacer sus necesidades en el exterior. Permanecieron sin ventilación y con un calor asfixiante hasta el 2 de agosto en el que fueron trasladados al buque «Rita Sister».
En el «Sister» las condiciones eran aún peores que en el «Monte Toro». Se les retiró prácticamente el agua para beber y fueron víctimas de todo tipo de torturas incluidos algún simulacro de fusilamiento. El 8 de septiembre se incorporó a los prisioneros Enrique Salorio. Ya estaban los tres pilaristas juntos en el barco prisión.
Finalmente, el 19 de septiembre llegan a la Cárcel Provincial de Málaga en un estado lamentable. Afortunadamente, entre tanta miseria encuentran el consuelo espiritual de varios sacerdotes que se encontraban también presos en otra celda. Al día siguiente, 20 de septiembre de 1936 fueron asesinados los tres compañeros del colegio junto con otros 16 marinos. Uno de aquellos sacerdotes, el P. Francisco García Alonso, quien también asistió al pilarista Rafael Cervera (ver Los hermanos Cervera Cabello: la tragedia del Baleares, y otras historias de amor y guerra (II)) en sus últimas horas, nos narra en primera persona cómo fueron esos momentos:

«A continuación venía la lista de los 19 Marinos que murieron ese día. Providencialmente como ya he dicho, quedaba la brigada de estos frente a la nuestra, distante únicamente como unos 4 metros. Me asomé a las rejas de la mía y les hice señales de que se acercasen a las rejas de la suya, y en grupos de tres en tres y de rodillas, dándose golpes de pecho, iban recibiendo. otra vez la absolución, que les repetíamos los sacerdotes cuando uno a uno iban bajando a la muerte.
Era digno de admirar la serenidad con que respondían al escuchar sus nombres: «Servidor», y salían con paso firme y sin vacilar. No parece si no que Dios y la Patria los llamaban exigiéndoles las vidas, y ante ese llamamiento respondían ellos: Servidor de Dios y de España. Al salir de la brigada, se abrazaban diciendo: «Adiós, hasta pronto», pensando sin duda en el Cielo. Ya me repitieron aquella mañana, una frase que revela toda la fe de estos hombres: «Padre, me decían, nuestra mayor satisfacción es que más que la Patria (que ya merece nuestras vidas) es Dios a quien defendemos en esta ocasión». Así es en verdad, que se trata de una cruzada en defensa de la Religión y de la España Católica.
Epílogo
Por orden de 18 de enero de 1939, la madre de Roberto Baamonde, doña Mercedes Guitián Arias y su viuda, doña Pilar Domínguez de Monsalve, recibieron la Medalla de Sufrimientos por la Patria [6]. Doña Pilar Domínguez, residente en Monforte de Lemos (Lugo), también, por Orden del Consejo Supremo de Justicia Militar, de 15 de abril de 1940, fue declarada con derecho a percibir pensión con carácter retroactivo de fecha 21 de septiembre de 1936 [4].
Por orden de 26 de diciembre de 1939, doña María Carlota García Moyano, viuda de Luis Jaúdenes Junco, recibió la Medalla de Sufrimientos por la Patria [15]. Su hija María Pilar falleció el 21 de noviembre de 2019. Su hijo, Luis Jáudenes García de Sola, que nació el 18 de diciembre de 1936, meses después de la muerte de su padre, fue abogado del estado y miembro de la Asociación Católica de Propagandistas, falleciendo el 3 de septiembre de 2006. Padre e hijo se habrán podido conocer ya en la vida eterna.
Notas del Editor
- «Estado General de la Armada para el año 1930», Imprenta del Ministerio de Marina, Madrid 1930.
- «Estado General de la Armada para el año 1933», Imprenta del Ministerio de marina, Madrid 1933.
- «ABC», Sevilla a 7 de octubre de 1936
- «Movimiento nobiliario 1931-1940, para el año 1940», por D. José Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acevedos.
- «Submarinos», «Submarino C-4», de Daniel Prieto, en Internet.
- «Movimiento nobiliario 1931-1940, para el año 1939» por D. José Miguel de Mayoralgo y Lodo, Conde de los Acevedos.
- «Estado General de la Armada para el año 1936», Imprenta del Ministerio de Marina, Madrid, 1936.
- «Flores de Heroísmo» por el P. Francisco García Alonso, S.J., Imprenta de la Gavidia, Sevilla, 1939.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» del 26 de marzo de 1932.
- «ABC», Madrid a 5 de diciembre de 1934, página 22.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» del 28 de agosto de 1934.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» del 2 de noviembre de 1934.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» del 19 de octubre de 1936.
- Diario «Ahora» del 7 de Enero de 1934, página 22.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» de 28 de diciembre de 1939.
- «Diario Oficial del Ministerio de Marina» de 1 de octubre de 1929.
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