Desde hace varios años dedico parte de mi tiempo a la investigación de las vidas y circunstancias de los antiguos alumnos y profesores que fallecieron durante la Guerra Civil y cuyos nombres aparecen en el Monumento a los Caídos del colegio.
Desde mis años de estudiante he sentido curiosidad por conocer más sobre aquellos héroes y mártires, para entender mejor los motivos que les llevaron a entregar así su vida. En muchas ocasiones resulta imposible encontrar datos, pero de vez en cuando suena la flauta y cae en mis manos un libro, un recorte de periódico o una fotografía que aporta abundante documentación.
Este es el caso de José María Martínez de las Rivas y Villabaso, antiguo alumno del colegio (posiblemente de la promoción de 1935) al igual que su hermano Javier (44), quien falleció el pasado día 9 en Madrid. José María o Chiqui, como era conocido entre sus compañeros, era hijo del V Marqués de Mudela. En la obra «Mi Diario de la Guerra de España» del también pilarista Javier de Ybarra y Bergé (29), que sería torturado y asesinado el 22-VI-1977 por ETA, el autor proporciona importante información sobre su amigo y compañero caído en combate y da bastantes detalles sobre su muerte en el frente.
Por todas estas razones no he podido resistirme a compartir con vosotros el capítulo dedicado a este antiguo alumno del Pilar:
Muere en Cataluña José Maria Martínez de las Rivas.
Al iniciarse la progresión por Cataluña, se encontraban en la 2.ª Centuria de Álava, mi hermano Vicente (34), que había conseguido abreviar su período de instructor en la Academia de Toledo, y José María Martínez de las Rivas, que a primeros de noviembre se había despedido de mí en Vitoria, al incorporarse a la Falange alavesa, con la que había, actuado desde los primeros días del Alzamiento, aunque últimamente, durante cerca de un año, estuvo encuadrado en la 2.ª Bandera de Falange de Navarra.
El día 28 de diciembre avanzaba el 3.er Batallón de «Flandes». entre los pueblos de Granadella y Solerás, y en vanguardia la 2.ª Centuria de Álava, atravesó la carretera que une a los pueblos citados, a las 15:30 horas, y al asaltar las cotas 449 y 478, próximas al vértice Sabatés, resultaron heridos Vicente, mi hermano, Teniente Jefe de la Centuria, y los oficiales de la misma, Alféreces José María Cabezas Rubín y José María Martínez de las Rivas y Villabaso, este último desgraciadamente herido de muerte.
Al enterarme de estas bajas, acudí inmediatamente a Zaragoza, juntamente con mi madre, para acompañar a mi hermano que se hallaba en el Hospital Costa, de la capital aragonesa. En el viaje de ida nos cruzamos en la carretera con el cadáver de José María Martínez de las Rivas, al que le acompañaban sus tíos Fernando, Luis y Ramón Villabaso, y en representación de la 4.ª División de Navarra, Alfonso de Ybarra. Rezamos una oración al heroico amigo y proseguimos nuestro viaje.
Milagrosamente se había librado de la muerte mi hermano Vicente. Una bala le atravesó el cuerpo junto al pulmón derecho, que no fue afectado por hallarse en aquel momento realizando la operación precisa, gracias a la cual la bala no perforó este órgano respiratorio. No necesitando Vicente de nuestra compañía, regresamos mi madre y yo en seguida a Bilbao, para asistir a los actos fúnebres que habían de celebrarse por el queridísimo amigo Chiqui Martínez de las Rivas.

Otorgada la Medalla Militar Individual a este bravo oficial, dice así su texto de concesión:
«ORDEN DE 23 DE ENERO DE 1939, CONCEDIENDO LA MEDALLA MILITAR AL ALFÉREZ (FALLECIDO) DON JOSÉ MARIA MARTÍNEZ DE LAS RIVAS
Por resolución de 30 de diciembre último, S. E. el Generalísimo de los Ejércitos Nacionales, se ha dignado conceder la Medalla Militar al Alférez de la Segunda Centuria de Falange Española y de las JONS, de Álava, afecta al Tercer Batallón de Montaña (erróneamente aparece Sicilia en el «Boletín», en lugar de «Flandes» número 5) «Flandes» número 5. don José María Martínez de las Rivas (fallecido), por los méritos que se relatan a continuación:
MÉRITOS QUE SE CITAN
Este Oficial había venido distinguiéndose constantemente en cuantas operaciones había tomado parte, y en la del día 28 del pasado diciembre puso de relieve, de una forma extraordinaria, sus excelentes dotes de mando, inteligencia y valor personal. El enemigo, muy numeroso, se había encontrado en la cota 478, próxima al Vértice Sabatés, defendiéndola con tesón y con bastantes armas automáticas, que hacía dificilísima la ascensión: el fuego aumentaba por momentos en intensidad, y el Alférez Martínez de las Rivas se puso en pie a la cabeza de su tropa, la alentó y contagió su optimismo, lanzándose velozmente al asalto de la posición y siguiéndole, como un solo hombre, toda la Centuria. En el asalto, cayó herido, pero, considerando que su puesto en el combate era de capital importancia, no consintió ser evacuado, continuando en la lucha, hasta que, en un supremo esfuerzo, llegó al terreno de la granada de mano, entablándose el cuerpo a cuerpo, cayendo muerto este destacado Oficial al coronar el objetivo.»

En «El Correo Español – El Pueblo Vasco», de Bilbao, se publicó el siguiente artículo dedicado a José María Martínez de las Rivas:
«En acto de servicio en el frente de combate ha muerto José María Martínez de la Rivas y Villabaso. Al avanzar hacia la posición enemiga fue herido en una pierna. Se negó a evacuarse. A! coronar el objetivo final, otra bala puso fin a su vida heroica, ejemplar, magnífica.
Era Chiqui «camisa Vieja» de la Falange. Fundador del S.E.U. en Bilbao. Combatiente entusiasta con tan pocos años, le sorprendió la guerra a los diecisiete.
Voluntario en la Segunda Centuria de Falange de Álava, tomó parte en las operaciones de Vizcaya, Brunete y Asturias. Como Jefe de Centuria, al crearse la Primera Bandera de Falange de Vizcaya se ocupó activamente en la organización de la misma y salió con ella al frente. Agregada su Centuria —la 3.ª de Vizcaya— a la Segunda Bandera de Falange de Navarra, de la Primera División de Navarra, intervino en las acciones de guerra de Teruel y avance de Aragón hasta la toma de Caspe.
A consecuencia de su primera herida en Brunete, sufría una importante dolencia, a pesar de la cual volvió a su puesto de primera línea. En estas últimas operaciones tenía, además, un trozo de metralla en una mano, que habiéndosele infectado y apremiándole los médicos a que se evacuara, se negó a hacerlo.
Ha muerto en la Segunda Centuria de Falange de Álava, agregada al Tercer Batallón de «Flandes» de la Cuarta División de Navarra. La misma unidad a la que pertenecía cuando era un simple voluntario.
Jefe de Centuria y habilitado a alférez en la Primera de Navarra, hizo más tarde los cursos de alférez provisional de Infantería.
La pérdida de Martínez Rivas es de las más sensibles para forjar la nueva España. Inteligente, voluntad fuerte, espíritu admirable. Difícil es reunir estas condiciones. Valor y valer —palabras que se parecen— no lo reúnen los más. De los escogidos era Chiqui. Nos deja un gran vacío. Sus Jefes, que bien lo conocían, han pedido para él la Medalla Militar Individual, que le ha sido concedida y para la que había sido propuesto anteriormente.
Tanta sangre derramada ha de fructificar. ¡España, serás Grande!, ¡España, serás Una!. ¡España, serás Libre! Tengamos siempre presentes a nuestros muertos, tanto en el triunfo final como en todos los momentos decisivos del nuevo Imperio.
José María Martínez de las Rivas y Villabaso; ¡Presente!— Javier Ybarra Bergé (29).»

Asimismo «El Correo Español – El Pueblo Vasco», de Bilbao, se ocupó de la imposición de la Medalla Militar al querido amigo, y de su entierro, en los siguientes términos:
«No ha regateado Bilbao su tributo de sangre a la Causa Nacional. Sus hijos mejores se baten heroicamente por el honor de España.
Casi un niño José María Martínez de las Rivas formó en la primera Falange de Vizcaya. Fue uno de aquellos muchachos, imberbes muchos de ellos, que sintieron la angustia de la Patria en peligro, y que en el Bilbao sometido a la tiranía republicana, caldearon bajo sus camisas azules la esperanza de una España grande y libre.
En las filas del Ejército se ha portado como quien era y ha sido fiel hasta la muerte al deber que le imponía su estrella de alférez provisional. Después de herido en la última acción en que ha tomado parte, siguió luchando hasta encontrar muerte gloriosa.
El Generalísimo se ha dignado concederle la Medalla Militar, y ayer, el general Lóriga se la impuso sobre su pecho yerto, que tantas veces latió en vida con impulso de generoso patriotismo. Con sobria elocuencia castrense exaltó el general las virtudes militares del héroe, y Bilbao vibró en esas palabras y respondió, enfervorecido, con un ¡Presente! viril y emocionado, al nombre del muerto.
Un nombre más que Bilbao tiene que añadir a la lista gloriosa de sus héroes.
El féretro que encerraba el cadáver del glorioso y heroico José María Martínez de las Rivas, muerto gloriosamente frente al enemigo, fue colocado en el vestíbulo de la planta baja del Ayuntamiento de Bilbao, cuyas paredes se hallaban revestidas de paños negros, así como la puerta principal, en la que colgaba un crucifijo.
También las farolas monumentales, delante de la fachada del edificio, se hallaban cubiertas con crespones negros.
Daba guardia al cadáver una sección de falangistas, y de cuerpo presente se rezaron algunos responsos.
Antes de la hora señalada para la conducción del cadáver, se hallaban formadas ante la Casa Consistorial las fuerzas del Batallón de guarnición, con la Banda de música, Cuerpos de la Guardia civil y Asalto, las de Segunda Línea, con su bandera, y una sección del S.E.U., también con bandera.
En los salones del piso principal se hallaba ya esperando a las autoridades el alcalde con sus compañeros de Corporación. También estaban allí el padre y algunos allegados del finado.
Al llegar el ministro de industria y Comercio y el gobernador militar, las fuerzas a las que revistaron, les rindieron honores.
A la hora señalada llegó el clero parroquial con cruz alzada, rezándose un responso ante el cadáver.
El féretro fue sacado del vestíbulo y colocado sobre una mesa en la escalera exterior del edificio. En su torno formaron las autoridades, el Ayuntamiento en corporación y los familiares del glorioso oficial.
Destapado el ataúd, el jefe de Estado Mayor de la plaza leyó la orden del Generalísimo Franco concediendo al finado la Medalla Militar, que el general gobernador impuso al cadáver con las fórmulas de ritual.
La Banda del batallón de guarnición tocó, el himno nacional y el general pronunció por tres veces el nombre del heroico teniente, contestando todos ¡Presente!
Después el ministro de Industria y Comercio señor Suances, pronunció sentidas palabras.
Dirigiéndose a las fuerzas allí formadas, les dijo que tenían presente un nuevo héroe, un nuevo ejemplo. José María Martínez de las Rivas y Villabaso, en plena juventud, a los veinte años, ha ofrendado alegremente su vida a la Patria. Yo envidió —dijo— su gloriosa muerte, cara a Dios y cara a la victoria.
Vosotros —añadió— los combatientes y los ciudadanos todos, debemos sacar las consecuencias que se desprenden de estos ejemplos de heroísmo. Estos héroes no afrontan la muerte sólo por una ambición de gloria, sino por dejarnos una España mejor.
José María Martínez de las Rivas pertenecía a una de las familias más distinguidas de Vizcaya. Bilbao tiene mucho que agradecer a estos hijos preclaros, que con su gloriosa muerte conquistan para su pueblo el más alto honor.
Bilbao cierra hoy el año 1938. que es año de gloria y victoria, enterrando a uno de sus mejores hombres, ¡Que Dios le dé la gloria eterna!
Terminó dando los vítores oficiales, y la Banda de música volvió a interpretar el himno nacional.
Acto seguido se organizó la comitiva para la conducción del cadáver.
Abrían marcha gran número de compañeros y amigos particulares del finado con hachas blancas, y detrás iban las de respeto.
El clero parroquial con cruz alzada precedía al féretro, que, cubierto con la bandera nacional, la de Falange y el emblema del S.E.U., era llevado a hombros por compañeros del heroico oficial.
Se formaron tres presidencias; una, de las autoridades presididas por el ministro de Industria y Comercio, y las jerarquías del Movimiento, con el señor Oriol al frente; otra, del Ayuntamiento en corporación presidido por el alcalde don José Félix de Lequerica, y la de la familia, en la que iba el padre del finado, luciendo la camisa azul.
Seguía un inmenso gentío, y cerraban la marcha las fuerzas de los cuerpos militares, las Milicias de Segunda Línea y la sección del S.E.U.
Al llegar la comitiva a San Nicolás, las fuerzas desfilaron ante el cadáver, despidiéndose el duelo, después de darse los vítores oficiales, que fueron contestados con clamoroso entusiasmo por el público allí congregado para presenciar el fúnebre cortejo.
El entierro constituyó una imponente manifestación de duelo, a la que se asoció Bilbao entero.»

Poema a José María Martínez de las Rivas y Villabaso
Buen mozo de Vizcaya: el que tenía la risa franca, la mirada ardiente, un luminoso airón sobre la frente y en el pecho una rosa de alegría.
Buen mozo de Vizcaya, el que sabía
que el primer rayo de su sol naciente
presagiaba la luz resplandeciente
de un claro y venturoso mediodía.
Buen mozo de Vizcaya: el que en la hora de aquella tibia y halagüeña aurora, de una exuberante primavera, sacrificó la juventud lozana en holocausto a la grandeza hispana y a la gloria imperial de su bandera.
Esteban Calle Iturrino.
De «El Correo Español-El Pueblo Vasco», de Bilbao, del 28 de diciembre de 1940.
noviembre 13, 2020 at 19:02
Interesantísimo artículo, que nos ha permitido descubrir un magnífico blog.
Adjunto enlace a un artículo sobre Martínez de las Rivas en nuestro blog.
https://azulbilbao1933.wordpress.com/2020/06/15/los-protagonistas-jose-maria-martinez-de-las-rivas-villabaso/
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