Hoy quiero compartir con vosotros la historia de Florián Ruiz de Egea, uno de los profesores del colegio asesinados durante la guerra y que desgraciadamente ha caído en el olvido. La figura de Ruiz de Egea ha sido tan dejada de la mano, que su nombre ni siquiera aparece en el Monumento a los Caídos. Probablemente, este olvido se deba a que nuestro protagonista no era alumno, sino profesor, y que tampoco era religioso marianista como la mayoría del personal. D. Florián era laico, pero trabajaba en el colegio como docente, impartiendo la asignatura de “Historia de la civilización española en sus relaciones con la universal” incluida en el Bachillerato tras la reforma de 1926.
La primera noticia que tuve de su existencia fue a través de un artículo de Rafael Gambra publicado en el número 62 del Boletín de Antiguos Alumnos correspondiente al mes de Junio de 1971, «La epopeya de los adolescentes». A partir de ese momento comencé a recopilar la documentación que hoy comparto con vosotros.

Florián Ruiz de Egea había nacido en Vélez Rubio (Almería) en 1889. Era hijo de Florián Ruiz Torrecilla, letrado y director del Colegio de 2ª Enseñanza Purísima Concepción en Vélez Rubio, y de Consuelo Egea. Estaba casado con María Forment Bona, aunque no tuvieron hijos. En 1915 D. Florián obtiene la plaza para ingresar en el cuerpo de bibliotecarios y es destinado a la primera biblioteca popular que se inaugura en el barrio de Chamberí en Madrid. En 1927 su nombre aparece en prensa [1] como abogado y director de la Biblioteca Popular de la Glorieta de Cuatro Caminos, que en la actualidad lleva su nombre.
Sabemos también que en 1928 regentaba una academia para la preparación de la carrera de Derecho que estaba situada en la calle de San Bernardo esquina a la calle del Pez, frente a lo que era en aquel entonces el Ministerio de Gracia y Justicia [2]. En esa misma academia impartía clases de derecho canónico un joven sacerdote llamado José María Escrivá de Balaguer. Ese año ingresa en el Somatén de Madrid [3]. El Somatén era un cuerpo armado de origen catalán cuya finalidad era el mantenimiento del orden, y que durante la dictadura de Primo de Rivera se extendió por toda España como apoyo al régimen. En 1928 participa también en un mitin de Unión Patriótica, el partido único durante la dictadura, en el Palacio de la Música [4]. El año siguiente es presentado como orador en otro mitin en Zafra [5]. Como vemos, su significación política era muy clara y seguramente esta le costaría la vida años después.
Al caer la dictadura y tras la muerte de Miguel Primo de Rivera, Ruiz de Egea se integra en la Unión Monárquica Nacional, continuadora del partido Unión Patriótica, como representante del Distrito Centro de Madrid [6]. En este nuevo partido también participa en algún mitin, como el celebrado en Ávila en agosto de 1930 [7], y parece ser que se encarga de la coordinación de las Juventudes de Unión Monárquica. A finales de 1930 y en 1931, participa como ponente en varias conferencias que tienen lugar en la sede de Unión Patriótica en la calle de Recoletos 15 de Madrid en las que diserta sobre «Ideario del Soviet» [8] o «La vida en España considerada a través de su Historia» [9].

Como todos sabéis el 12 de Abril de 1931 estaban convocadas las elecciones municipales que a la luz de los resultados, sobre todo en las grandes ciudades, traerían la República. El Sr. Ruiz de Egea participó en la campaña electoral apoyando a los candidatos monárquicos junto a figuras como Ramiro de Maeztu [10].
Con la llegada de la República, el partido desaparece, y sus dirigentes son procesados y encarcelados, o huyen al exilio, como José Calvo Sotelo. Podemos imaginar el duro golpe que esto supondría para el profesor, y ante la nueva situación D. Florián vuelca sus esfuerzos en la actividad académica. Su nombre vuelve a saltar a la escena pública en 1934 al ser elegido vocal de la Junta Directiva de la recién creada Asociación de Bibliotecarios y Bibliógrafos de España [11]; y en 1935, representante de Filosofía y Letras en el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Madrid [12]. Su actividad es continua. Participa en el Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía [13], también en 1935; y en 1936, pocos meses antes del inicio de la guerra, se anuncia la presentación de su ponencia «La vida jurídica en la España de San Isidoro» en el Congreso Isidoriano que debía celebrarse en Diciembre de 1936 [14]. Por último, unos días antes del Alzamiento, es elegido vocal del Jurado mixto de profesionales de la enseñanza en la sección de Primera Enseñanza o Elemental [15].

Durante la guerra decide permanecer en Madrid y continuar, en la medida de lo posible con su actividad como bibliotecario responsable de la Biblioteca Popular de Chamberí. Para poder sobrevivir en el Madrid republicano y pasar inadvertido, a principios de 1937 junto con otros colegas crea el Sindicado Único de Técnicos, afín a la CNT, y se afilia con el número 196. La CNT intentaba superar a la UGT en número de afiliados, esto hacía que los criterios de admisión fueran más laxos y que muchos derechistas buscaran la vía de la afiliación para poder salvar la vida. Así lo explicaba en su declaración jurada del expediente de depuración uno de los funcionarios afiliados, José Almudévar Lorenzo:
“Me forzaron a sindicarme, (los de UGT) y de acuerdo con un grupo de compañeros, que tenían mi misma ideología nacionalista, fundamos una Sección de Archiveros en el Sindicato de Técnicos (CNT) con fecha seis de febrero de 1937, con objeto de ponernos enfrente de los compañeros izquierdistas, que en su totalidad se hallaban en la UGT, y por ser el único medio a nuestro alcance de protegernos y ayudarnos mutuamente”.

En 1938, Manuel Salgado Moreiras, jefe de los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra y miembro del Comité de Defensa de la CNT-FAI de Madrid, junto con Eduardo Val, secretario del mismo comité, deciden investigar y depurar a los sospechosos de pertenecer a la Quinta Columna, es decir, de ser infiltrados al servicio del bando Nacional. Ruiz de Egea fue uno de los primeros en levantar sospechas. Su asesinato es encargado a Felipe Emilio Sandoval, apodado «el doctor Muñiz» un atracador de bancos y delincuente habitual en los años veinte, reconvertido ahora en fiel defensor del «orden» republicano, o dicho en otras palabras: un pistolero al servicio de la CNT.
El lugar elegido para el crimen era la finca de El Quinto. «Se trataba de una propiedad, ubicada en la vaguada entre Canillas y Hortaleza -actual Gran Vía de Hortaleza-, por lo tanto, en terrenos de ambos municipios. En 1923 la finca fue adquirida con el fin de establecer el Colegio de Huérfanos de Telégrafos el cual mantuvo su funcionamiento hasta el mes de Julio de 1936 atendiendo a 150 niños y 40 niñas que recibían clases de Bachillerato. Disponía de una biblioteca de 1.500 volúmenes, campo de deportes y capilla donde se celebraba misa los domingos y días festivos. Tenía una extensión de 63 hectáreas y constaba de varios edificios: palacio, casa de labranza, graneros, cocheras, vaquería, palomar, etc.; jardines, huerta y tierras de labor; cercada toda ella por una sólida tapia de piedra y ladrillo de tres metros de altura.»

«Durante la guerra, la zona queda cerca del frente dentro del territorio republicano y del gobierno de la finca se encarga un denominado consejo de salvación formado por afiliados del PSOE y el PCE. Incautado el edificio por Basilio López en nombre del Comité de Defensa de la Regional de la C.N.T., funcionó como cuartel algún tiempo y, más tarde, olvidado el pasado alegre y festivo del palacio, se transformó en la finca de los horrores una más de las que las izquierdas organizaron en Madrid. Controlada por Eduardo Val, Felipe Emilio Sandoval y otros miembros que establecieron allí la checa “Campo Libre” y por el propio Comité de Defensa, se destinó una zona del parque conocida como “la Granja”, a lugar de enterramiento de algunas víctimas que, como mínimo, pudieron ser doce o trece. Antonio Rodríguez Sanz afirma en su declaración que eran personas cuya eliminación era acordada por Val y Manuel Salgado, suponiendo, por ello, “que todos los allí asesinados, eran personas de determinado relieve”.»

«Entre las funciones que tenían encomendadas los miembros del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, al que pertenecía Florián Ruiz de Egea, una era el rescate y protección de bibliotecas en peligro por la situación de guerra, no sólo las que dependían de organismos oficiales y universidades sino también las particulares. Esta fue la excusa para atraer a D. Florián a la finca de El Quinto, la magnífica biblioteca que poseía el Colegio de Huérfanos de Telégrafos; Sandoval le llamó por teléfono el 16 de Agosto de 1938 para que le ayudara a hacerse cargo de una supuesta biblioteca incautada -algo que ya había hecho otras veces- para determinar, como experto, los libros que de su biblioteca merecían ser protegidos. Y, naturalmente, cayó en la trampa.»

El 18 de agosto, cuando D. Florián contaba con 49 años fue recogido a la puerta de su domicilio por un vehículo conducido por Gregorio Sánchez “el Mangada” y en el que viajaban también un cartero que estaba de Secretario en el Sindicato de Enseñanza -quien había recibido la orden de detención directamente de Salgado-, Felipe Sandoval y Antonio Prieto. Detrás les seguía otro coche en el que iba el hijo de Salgado y un tal Lucio. Al llegar a la finca y nada más apearse del coche, D. Florián, fue asesinado por la espalda y su cuerpo arrojado una fosa cavada en el jardín.

Una vez terminada la guerra y tras su detención, Sandoval manifestó el 5 de julio de 1939 que “en el jardín del mencionado edificio, la Federación Local de la C.N.T. ordenaba enterrar a todos aquellos señores cuya eliminación era acordada por dicho Organismo y que esto le constaba de una manera fehaciente, ya que, él mismo, en unión de Antonio Prieto, llevó a dicho lugar para ser asesinado y con el pretexto de que iba a reconocer una biblioteca a un señor archivero que había ingresado en el Sindicato de Técnicos de la C.N.T. llamado Florián Ruiz Egea, asegurando que podría reconocer el sitio exacto en que se hallaba el cadáver de dicho señor, ya que lo vio colocado en la zanja que se había abierto para ello. Añadió que “esto sucedió a mediados del año 1938 y que por esa época habían realizado varios asesinatos y enterramientos en dicho lugar por estar efectuando entonces la citada Federación Local una “depuración” de todas las personas de derechas que se habían infiltrado en ella. Los encargados de llevar a cabo estas acciones eran dos elementos que vivían allí mismo, Moisés y Rosendo y que el primero le dijo cuando llevó al Sr. Egea, que el jardín debía estar lleno de cadáveres y que iban a tener que empezar a enterrarlos fuera” [16].
Unos años más tarde, concretamente el 7 de marzo de 1942, la viuda de Ruiz Egea se dirigió al Fiscal de la Causa General para solicitar la exhumación del cadáver de su esposo a fin de enterrarlo en sagrado, “como corresponde a todo cristiano”. El Fiscal Inspector, Sr. Hernández Serrano, ordenó la exhumación de los cadáveres inhumados en El Quinto. Los restos de Florián Ruiz Egea fueron identificados por dos familiares y trasladados al cementerio de Paracuellos para ser inhumados el 27 de octubre de 1942, en el Cuartel primero de la zanja de El Pardo y Canillas ante el Fiscal Secretario y el Teniente de Infantería D. Rafael Yáñez Barnuevo en representación de la Asociación de Mártires [17].

Fuentes Consultadas:
- «Florián Ruiz Egea, un ‘quintacolumnista’ ajusticiado en Canillas» por Jaime Bajo.
- «Florián Ruiz Egea, asesinato en Hortaleza».
- «Historia de la primera Biblioteca Popular de Madrid: 105 años de lecturas la contemplan» por Luis de la Cruz.
- «La Biblioteca de la Universidad de Madrid durante la Segunda República y la Guerra Civil», tesis doctoral por Marta Torres Santo Domingo.
- «La finca El Quinto, (Canillas-Madrid), la CNT y la verdad histórica» por Valentina Orto.
Referencias:
- El Liberal, 12-XI-1927, página 2.
- ABC, 14-IX-1986, página 52.
- El Somatén, 6/1928, nº6, página 3.
- La Nación, 30-VI-1928, página 4.
- La Nación, 13-IX-1929, página 2.
- La Nación, 8-VII-1930, página 3.
- ABC, 31-VIII-1930, página 23.
- ABC, 4-XII-1930, página 28.
- ABC, 12-II-1930, página 41.
- ABC, 12-IV-1931, página 28.
- ABC, 29-V-1934, página 26 y Heraldo de Madrid, 26-V-1934, página 10.
- ABC, 6-II-1935, página 23 y La Nación, 8-II-1935, página 12.
- Ahora, 19-IV-1935, página 26.
- ABC, 29-IV-1936, página 22.
- ABC, 7-VII-1936, página 25.
- Declaración de Felipe Emilio Sandoval, en Checas, Causa General de Madrid, folio 68.
- Causa General de Madrid”, “Expediente sobre exhumaciones en el término municipal de Canillas” folio 29.
- Declaración de Ana Forment Bona. Causa General de Madrid, legajo 1502, expediente 5, folio 23.
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