Continuamos esta semana con la lectura de las críticas literarias de los alumnos de sexto curso:
Para consultar la primera parte pulsar aquí.
Francisco Montes[1].-He aquí uno de los que sin temor podemos calificar de los buenos escribidores de 6.° año. Posee la difícil facilidad de ser sencillo y natural y de no darse aires de profundo, a fuerza de derramar tinieblas. Lo serio y lo jocoso, los matices grises y tristones como los cálidos y estimulantes, todo encuentra en su pluma adecuada expresión y sabe traducir en palabras todo género de impresiones. Tampoco le arredran las disertaciones abstractas y metafísicas. Es cierto que a veces el torrente de las palabras se hincha, se sale de madre y corre fuera de los dominios de la gramática; esto es peccata minuta porque es efecto de un exceso de imaginación que no tiene más maestro que Dios, mientras que las cuatro reglas de la gramática las enseña cualquier dómine en dos sentadas. Sin embargo, bueno será que no prescinda de esa norma del buen decir y que limite sus esfuerzos a un terreno bien acotado, porque los más abundantes recursos pueden desparramarse en pequeños arroyuelos de corta vida. De modo que a elegir un ca mino y seguirlo hasta el fin.
Gabriel Bermejo[2].-Si quisiera… pero hasta el querer es una condición literaria. Cierta indiferencia hacia las cosas parece que da cierto sello aristocrático, pero no produce cosa de provecho ni en literatura ni en ninguna otra parte. Sencillez, buen gusto, más que mediano conocimiento del diccionario, hasta afición a emborronar papel, ideas originales a su modo, nada le falta, y sin embargo, sus composiciones no convencen, les falta el último toque y cierto entusiasmo comunicativo.
Si quisiera…, volvemos a repetir, si creyera que el entusiasmarse no es cosa tan vulgar…
Santiago Ferrer[3].-He aquí otro de los buenos estilistas. Su narración tiene el encanto inimitable del cuento que desliza la abuela al amor de la lumbre, rodeada de los boquiabiertos nietecillos, mientras brama el viento y aullan los lobos. No le gustan los grandes arrebatos, ni los acentos indignados, sino los relatos ingenuos, impregnados de suavidad, la dulce poesía del campo y del hogar. Sin embargo, si a mano viene y haciéndose alguna violencia, tiene sus toquecitos dramáticos. Yo le aconsejaría que no se tomara tantas libertades con la ortografía, pero como ahora me acuerdo de que íbamos a prescindir de ella… punto en boca.
José Enrique Bartrina[4].-Cosa curiosa la de este simpático muchacho. Escribe con sentimiento porque vibra fácilmente y sin embargo, las frases parecen a veces las de un empleado de hacienda o un rábula, con sus términos rituales, su literatura oficial, su estilo acompasado y severo. ¿Será que ha leído poco? Sin embargo, si quisiera… Yo le aconsejaría -parezco un doctor de la santa madre Iglesia- que tenga más confianza en sí, que escriba lo que salga, que cuando haya vencido cierta timidez o modestia exagerada será de los buenos y de los mejores, puesto que siente hondo y ta lento no le falta.
Antonio Terán[5].-¡Vaya un guasón! Su estilo es de lo más gráfico, y lo que no se le ocurra a él a pocos se les ha de ocurrir. Por eso tienen no sé qué encanto particular sus composiciones. No es un poeta descabellado ni mucho menos: tiene mucho orden, comparaciones pintiparadas, unas combinaciones de palabras que nada tienen que ver con las frases hechas y en suma, una respetable cultura literaria, pues lee mucho y tiene gran poder de imitación. Es elegante hasta en los asuntos más vulgares pero nada cursi. Puede hacer cosa buena y muy buena con sólo querer.
Carlos del Aguila[6].–Aquí la precisión es digna de un espartano. En las actuales circunstancias, en que es tan grande la escasez de papel, si todos los escritores se redujesen a escribir como éste, quedaba solucionado el conflicto. A veces, sin embargo, también le seduce la dulce poesía, como le ha sucedido al verse suspendido entre cielo y tierra con el protagonista de esta composición, allá donde cuelgan las cadenas de que prenden los astros y nos suelta unos parrafitos que nos dejan viendo visiones… celestiales.
Enrique E. de la Reguera[7].-Descubrirse, señores, que es todo un señor literato. Como pocos posee la magia del bien decir; imaginación fogosa y fuerte, pero la razón no le deja hacer disparates, y le lleva poco a poco por las sendas que ha trazado de antemano un plan lógicamente ordenado. Eso sí, la idea clara y correcta exige la colaboración discreta de la alada fantasía y entre ambas hacen cosas deliciosas.
Es un señor equilibrado sin ser seco ni desabrido.
Mariano San Eustaquio[8].-Bullidores arroyos que nacían de fuentes de zafiro, saltaban entre orientales perlas y arenas de oro, y difundían el néctar de sus aguas, acariciando las plantas que producían fores dignas del paraíso.
¿Qué tal el parrafito? El estilo es el hombre y estos renglones nos pintan al literato. Fogosidad, abundancia, poesía llena de color, pero a veces el sentido común que es un personaje zafio y pesado no puede acompañar a la imaginación por los campos de la fantasía y sin las buenas razones de Sancho, Don Quijote sale volteado por los molinos de viento. Pero Don Quijote es Don Quijote, vale bastante más que Sancho y, sobre todo, cada día aprecia más la cordura algo ramplona de su buen escudero y entonces se agranda su figura y toca en lo sublime. Léanse sus últimos momentos.
Pues cuando San Eustaquio tire de las riendas a su fantasía y espere que llegue el sentido común para que ambos caminen emparejados, se verá que está excepcionalmente dotado para escribir bien.
Continúa en esta entrada.
Notas del Editor:
- Francisco Montes Lueje (Valparaíso 1901- Sevilla 1967): Promoción de 1918. Notario. Decano del colegio notarial de Sevilla entre 1959 y 1964.
- Gabriel Bermejo de Pablo: Promoción de 1918.
- Santiago Ferrer Galdiano (1902-1994): Promoción de 1918. Ingeniero Industrial diputado de las cortes forales y consejero de varias empresas.
- José Enrique Bartrina Medina(1902-1921): Promoción de 1918. Fallecido mientras estudiaba la carrera de medicina.
- Antonio Terán Galindo (1902-1970): Promoción de 1918. Químico farmacéutico.
- Carlos del Águila Rada: Promoción de 1918.
- Enrique Esteban de la Reguera y Federico († Madrid 1939): Promoción de 1918.
- Mariano San Eustaquio de Miguel: Promoción de 1918.
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