Esta semana, os traigo una crónica que nos muestra la ayuda que desde el colegio se proporcionaba a las nacientes comunidades marianistas en Japón. En concreto, con el dinero reunido a lo largo del año, se becaba a un estudiante en la Escuela Apostólica de Urakami que los marianistas mantenían en esta ciudad japonesa.

Dos cosas me llaman la atención del relato. La primera el aire de superioridad con el que el autor se refiere a los  países de misión. Y la segunda la pujanza que ya en su época empezaba a tener Japón sobre toda Asia. Espero que disfrutéis de este artículo.

Propagación de la fe.


Otra de las obras piadosas que estimulan la generosidad y la fe de los alumnos es la propagación de la fe.

Pocas misiones exigen mayor heroísmo y abnegación que la de difundir nuestras creencias cristianas entre pueblos sumidos en la ignorancia más crasa, de costumbres a menudo groseras, no encubiertas por el barniz de la civilización, cuando no armados de franca hostilidad contra el misionero, en quien ven al enemigo de sus dioses y al agente, disfrazado bajo la capa de la religión, de las potencias que atentan a su vida libre e independiente.

Las mil impertinencias a que someten al misionero cristiano, los usos de una sociedad tan distinta de las nuestras, la paciencia inalterable que exige la instrucción de entendimientos tan rudos y tan ajenos a las sublimes enseñanzas de nuestra religión, el cansancio consiguiente a medios de comunicación tan primitivos y entre poblaciones separadas por enormes distancias, las inclemencias de un cielo al que no están a menudo aclimatados, las persecuciones taimadas o violentas son otras tantas circunstancias que exigen caracteres fuertes, voluntades bien templadas por el amor de Dios y el desprendimiento total de todo lo humano.

Gracias a Dios, la Iglesia, que es fuente inagotable de santos heroísmos, lanza todos los años una verdadera legión de abnegados apóstoles que, volviendo las espaldas a las comodidades de la vida civilizada, abrazan con cariño, con verdadera alegría las penalidades de su nueva situación entre los pueblos paganos a quienes llevan los beneficios de la sangre de Cristo.

Nuevos cruzados de la Iglesia realizan con sus sacrificios, a veces con la sangre de sus venas, la conquista pacífica de esa parte de la humanidad para quienes no ha lucido todavía la luz de la verdadera vida que es Jesucristo.

Todos los años se abren de par en par las puertas del redil de la Iglesia para recibir a las muchedumbres arrancadas al error y a la corrupción del paganismo.

Desgraciadamente toda la labor del misionero encuentra a menudo un obstáculo insuperable: la escasez de recursos. Aunque la conversión de los paganos es obra sobrenatural; no por eso se puede prescindir de los medios humanos, y el dinero sigue siendo el «poderoso caballero» sin cuya intervención las obras mejores e inspiradas por los más puros motivos se paralizan y mueren.

El dinero hace falta al misionero para sus viajes, para sus libros, para sus iglesias, sus escuelas, sus talleres, para sus cristianos necesitados, para suavizar la oposición de los jefes de las tribus, para todo, en una palabra; es su gran palanca, humanamente hablando.

Escuela apostólica de Urakami (Japón).
Escuela apostólica de Urakami (Japón).

Por eso apenas hay obra más hermosa que la de la propagación de la fe, que solicita la colaboración de las oraciones y de los recursos de todos los cristianos, de tal manera que sin movernos de casa tomamos parte con el misionero en esa labor tan divina que consiste en extender al mayor número posible de hermanos nuestros los méritos de la pasión de Cristo. Y si el óbolo ofrecido supone en el donante un sacrificio, una merma en el caudal destinado a sus comodidades y placeres, entonces se multiplica la eficacia de sus larguezas. En el orden sobrenatural no vale sino lo que cuesta, y para que nuestros actos sean fecundos hay que renunciarse, hay que sufrir, hay que aceptar si preciso fuese la muerte.

Aunque muy serias y algo amargas estas verdades, no están por encima del alcance de los jóvenes generosos. Así lo han demostrado los alumnos del Colegio de Nuestra Señora del Pilar, comprometiéndose a costear la educación cristiana de un joven japonés de los que los Hermanos de la Compañía de María (Marianistas) instruyen y preparan a ser más tarde maestros y educadores entre sus propios compatriotas.

Pero, ¿por qué coadyuvar a la educación de los mismos que nos amenazan con el tan cacareado peligro-amarillo? Pues en primer lugar porque es una de las misiones más prósperas a que se consagran sus profesores, y luego… por eso mismo, porque los japoneses se encumbran a la civilización con una pujanza arrolladora, porque empuñan el cetro del oriente, porque su influencia será incontrastable. Las conquistas que el misionero realice ahora en medio de ese pueblo inteligente y generoso, centuplicarán mañana cuando penetre esta influencia japonesa en el seno de los otros pueblos, sus vecinos, sobre los cuales ejerce ya verdadera tutela.

Trescientas setenta y cinco pesetas hacen falta para suministrar al parco y joven japonés el arroz cocido, su principal alimento, sus vestidos y el material escolar; ya se puede observar que no tiene exigencias muy aristocráticas. Sin embargo, 375 pesetas son muchas golosinas suprimidas, algunos espectáculos divertidos no presenciados, quizá algún pequeño y naciente vicio no favorecido y, por lo tanto, un verdadero caudal de méritos contraídos y de bendiciones que Dios derrama complacido sobre los bienhechores y sobre el protegido. Y no decimos nada de las oraciones que ora colectivamente ora en su particular cada uno dirige al cielo para proporcionar la ayuda sobrenatural de que tan necesitado está el misionero. Un día quizá veremos cómo las oraciones que en forma de ardiente súplica se elevaban hacia Dios, bajaban desde su trono divino convertidas en gracias de conversión sobre los pueblos paganos.

Pero no se limita al coste de la manutención e instrucción del joven japonés la generosidad de los alumnos. Atienden a otras necesidades de esa inmensa obra que se extiende a todos los países.

Que sigan por tan buen camino es lo que deseamos a los alumnos del Colegio; es la mejor manera de suprimir egoísmo que atrofia la vida.

BALANCE DE LA PROPAGACIÓN DE LA FE

CURSO 1912-1913

INGRESOS Pesetas.
16 Diciembre 103,65
6 Febrero 103,15
3 Abril 89,10
5 Mayo 77
TOTAL 372,90
GASTOS Pesetas.
Pensión de un seminarista japonés mandada en 8 de Febrero de 1913 375
TOTAL 375