Tras el paréntesis navideño, volvemos en este recién estrenado 2021 a las entradas semanales para seguir contándoos historias de nuestro colegio. En los próximos días iremos descubriendo los pasos que se dieron hasta llegar al magnífico edificio en el que está situado actualmente el Pilar.
Como todos sabéis, el colegio había iniciado su andadura en 1907 en un pequeño piso de la calle Goya. Sin embargo, al discurrir los años y aumentar la fama de la nueva institución que se había asentado en el barrio de Salamanca, pronto fue necesaria una ampliación. El 4 de Enero de 1910 se aumenta el local inicial situado en la primera planta del edificio de Goya 13, alquilando la cochera para utilizarla de dormitorio de la servidumbre, despensa y cobertizo para los alumnos. En Julio de ese mismo año se alquila otro piso en Claudio Coello 42, así como los patios interiores de Claudio Coello 39, estos últimos en 60 pts. mensuales para colocar un pequeño gimnasio y los urinarios. En Claudio Coello se instalan las clases de 2º, 3er y 4º año y las habitaciones de los profesores.

En Julio de 1911 se alquila también el piso principal de Goya 13 por 6.000 pts. anuales para situar en él la segunda enseñanza -la primera enseñanza continuaría en el primer piso-, y se abandona el piso de Claudio Coello 42. Al año siguiente, una nueva mudanza. Se alquila todo el edificio de Claudio Coello 41 por un periodo de 10 años y una renta de 20.000 pts. anuales para la primera enseñanza y los dos primeros cursos de segunda enseñanza, 10 clases en total. Mientras tanto, en el piso principal de Goya 13 se mantienen el resto de cursos de segunda enseñanza. El primer piso de la misma casa, donde se había inaugurado el colegio, se abandona «por capricho de su dueño». De esta forma, los alumnos contaban para su esparcimiento con los patios de Claudio Coello 41, Claudio Coello 39 y Goya 13.

Pese a estos cambios el colegio nuevamente se vuelve a quedar pequeño y en 1913 es necesario seguir buscando nuevos locales. Se decide dejar el piso principal de Goya 13 y su patio, y se alquilan por 9 años las plantas baja, principal, primera y la mitad de la segunda planta de un edificio en la calle Goya 16, así como su patio. En este edificio se instalará la primera enseñanza y la segunda enseñanza se mudará al edificio de Claudio Coello 41.
En 1917 el padre Domingo Lázaro, provincial de los marianistas, escribe al Superior General en estos términos:
“El problema del local de Madrid será problema todo el tiempo que duren las circunstancias anormales del momento. Los locales actuales están mal, muy mal pero realmente no podemos empeñarnos ahora en un empréstito de 1.500.000 pts., que es lo que necesitaríamos para llegar a algo conveniente. Sin embargo la presión, tanto del lado de los padres como de la Administración pública orientada y hostigada por la Inspección de Enseñanza, es cada vez más fuerte…” [4]
Con estas nuevas inversiones el colegio puede aguantar unos años más, pero en 1918 es necesario alquilar el piso principal de Claudio Coello 39 que se conecta con Claudio Coello 41.

Observando el aumento en el número de alumnos del colegio es fácil entender los problemas de espacio y la necesidad constante de buscar nuevos locales.
Curso | Número de Alumnos |
1907-1908 | 26 alumnos |
1908-1909 | 69 alumnos |
1909-1910 | 135 alumnos |
1910-1911 | 160 alumnos |
1911-1912 | 230 alumnos |
1912-1913 | 395 alumnos |
1913-1914 | 491 alumnos |
1914-1915 | 537 alumnos |
1915-1916 | 578 alumnos |
1916-1917 | 643 alumnos |
1917-1918 | 695 alumnos |
1918-1919 | 760 alumnos |
1919-1920 | 823 alumnos |
1920-1921 | 870 alumnos |
Cada año una media de 100 a 150 alumnos quedaban sin plaza y no podían entrar en el colegio. «En Claudio Coello los alumnos estaban materialmente hacinados. Pasillos y clases resultaban estrechos, con escasa luz y ventilación; los patios totalmente insuficientes para los juegos de los alumnos, y la misma escalera se encontraba resentida de abajo a arriba con la incesante subida y bajada de alumnos. A tal punto era esto verdad, que, al abandonar la casa, observó el dueño que la pared maestra de la calle se había desviado de la línea vertical, y hubo de tirarla por completo para reponer el edificio en condiciones de ser habitado.» [1]
La situación llegará a ser insostenible y todos tendrán que ponerse manos a la obra para buscar una solución definitiva. La próxima semana os descubriré cómo se desarrollaron los acontecimientos.
Fuentes consultadas:
- La Simpatía en la Educación, Antonio Martínez García, 1954.
- Un alma de Educador, Antonio Martínez García, 1949.
- Domingo Lázaro, José María Salaverri, 2003.
- Epistolario de Domingo Lázaro, Enrique Torres Rojas, 2014.
- Cuadernos de Don Pedro Ruiz de Azúa.
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