Hoy tengo el gusto de compartir con vosotros el trabajo que me ha hecho llegar don Mariano Gaite Magdaleno. Quien fuera mi tutor hace treinta y seis años, aún me sigue enseñando gracias a su incansable labor divulgativa.

Ya he hablado en alguna ocasión acerca de Los dibujos bajo la escalera principal realizados durante la Guerra Civil por el Dr. Velilla. Sin embargo, gracias a Don Mariano, hoy vamos a conocer otra de sus importantes contribuciones al Museo Don Pedro Ruiz de Azúa del colegio. Espero que os resulte interesante este artículo de mi muy querido Don Mariano.

LOS DIBUJOS MURALES DEL DR. EDUARDO VELILLA EN EL COLEGIO DEL PILAR Y SU RELACIÓN CON EL MUSEO DON PEDRO RUIZ DE AZÚA


Son varias las publicaciones que se han hecho de los dibujos murales que el Dr. Eduardo Velilla realizó durante su estancia en El Pilar, cuando el Colegio estaba intervenido y cumplía con la función de hospital de sangre durante el conflicto de la Guerra Civil, circunstancia que le llevó a desarrollar en él su profesión de cirujano. Todas estas publicaciones han servido para manifestar la existencia de estos dibujos, su localización y revelar el autor de las mismas.

Eduardo Velilla Mateo.
Eduardo Velilla Mateo.

Hoy queremos dar un paso más realzando su importancia desde dos puntos de vista: uno, desde el punto de vista del trabajo del autor que se revela como un gran naturalista y otro, la derivación que ha tenido su obra en el museo de ciencias naturales Don Pedro Ruiz de Azúa del Colegio.

Si analizamos los trabajos de los principales naturalistas que ha habido a lo largo de la historia, sobre todo en los siglos XVIII y XIX, vemos en todos ellos la importancia que han dado al dibujo. Circunstancialmente se ha utilizado, no solamente como un elemento de una buena calidad artística, sino como elemento probatorio de la palabra, texto o teoría expuesta objeto de investigación.

Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.
Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.

Por ejemplo, pensamos en los dibujos de Alexander Humboldt, de Charles Darwin, Mutis o de tantos otros naturalistas destacados que nos han dejado verdaderas obras de arte, desde el punto de vista científico, en temas de flora y fauna. Cuando un naturalista se decide a plasmar en un dibujo los datos que está observando, está realizando una observación meticulosa de todos aquellos detalles que distingue/diferencia a unos ejemplares de otros. Seguramente estos detalles pasarían desapercibidos en una fotografía (forma, tamaño, color, movimientos, posturas, características del entorno que le rodea, etc.), de tal forma, que su aproximación a la realidad es única, no necesita descripción, el propio dibujo habla y con él construye el conocimiento.

Esta forma que tenían los naturalistas de acercarse a la realidad mediante el dibujo, la vemos plasmada en la obra del Dr. Eduardo Velilla, tanto en los dibujos murales presentes en esos oscuros rincones del Colegio, como en una de las libretas de apuntes que su familia nos mostró y tuvimos la oportunidad de hojear en Valdeavellano, en el momento de realizar la donación de su colección de aves naturalizadas al museo Don Pedro Ruiz de Azúa.

Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.
Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.

En la libreta de apuntes pudimos contemplar: dibujos de aves en movimiento; esquemas de disecciones; así como diversas anotaciones. Gracias a ello, constatamos la relación directa entre los dibujos y los ejemplares disecados o las muestras envasadas en sus frascos respectivos. El doctor Velilla demostraba que una observación realizada en la naturaleza, plasmada en un dibujo, y naturalizada, alcanza la finalidad de construir el conocimiento de la propia Naturaleza.

Al examinar estos dibujos surgen en nosotros interrogantes como estos: ¿qué interés tenía al hacerlos? ¿Era una forma de entretenimiento? Teniendo en cuenta el contexto natural del Dr. Velilla, ¿por qué incluía dibujos de monos, si estos estaban fuera de su entorno habitual?

Traslademos nuestro pensamiento, por un momento, a finales de la década de 1930. Hacía más de medio siglo que Darwin había expuesto su teoría de la evolución de las especies presentando al hombre dentro del árbol filogenético de los primates, hecho que revolucionó el pensamiento científico, filosófico y religioso de la época, ya que desplazaba la teoría antropocéntrica asumida hasta el momento. Ante este nuevo paradigma, las instituciones reaccionaron condenando y provocando acalorados debates en todos los medios de comunicación en los que participaban personajes del ámbito científico, religioso y político. Los chistes sobre el hombre-mono abundaban, incluso en las botellas de licor se ridiculizaba al propio Darwin caricaturizándolo con cuerpo de mono, por ejemplo, como hacía la marca “Anís del Mono”.

Desconocemos la posición del Dr. Velilla respecto a esta nueva polémica, pero sin duda las ideas de Darwin tuvieron cierto peso en su pensamiento, como demuestra la temática de sus murales. Lo que no sabemos es si él estaba a favor o en contra de dicha teoría.

Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.
Dibujo de Eduardo Velilla en el despacho de la A.A.A.

Esta obra del Dr. Velilla tiene el mérito de ser un innovador en interesarse por los primates.

Pensemos que la Primatología como ciencia comienza a surgir a partir de los conocimientos aportados por Darwin en el sentido que el hombre forma parte de un ancestro común con los primates. Prácticamente, hasta los comienzos de la segunda década del s. XX no empiezan los estudios sistemáticos sobre los primates. En España, la Primatología era una ciencia prácticamente desconocida hasta los años de 1950. Fue el gran naturalista, etólogo y uno de los pioneros a nivel mundial, Jordi Sabater i Pi (trajo a Copito de Nieve al zoo de Barcelona), que con sus observaciones y estudio sobre los comportamientos culturales de los chimpancés y gorilas de la costa, realizados en Guinea Ecuatorial, puso esta ciencia a un nivel extraordinario a nivel mundial. Jordi Sabater trabajó conjuntamente con Diane Fossey y Jane Goodall en la protección y conocimiento de la etología de los gorilas.

Pero dejemos a un lado la vida y extraordinaria obra del Dr. Jordi Sabater i Pi y dirijamos nuestro relato al objeto que nos interesa.

Después de la Guerra Civil Española algunos españoles, entre ellos los hermanos José María y Lluís Lassaletta y Delclós, se dirigieron a África en busca de nuevas experiencias adentrándose en la selva, organizando expediciones y actividades de caza. En una de esas expediciones Lluís introdujo en la selva a Jordi Sabater quedando éste admirado para siempre de los gorilas. Lluís era un naturalista y gran explorador, conocedor de la selva, de los comportamientos de los animales y virtudes de muchas plantas, de la cultura, idioma y costumbres de numerosas etnias, motivo por lo cual era admirado entre los nativos. Coleccionaba todo tipo de objetos: máscaras, pieles, serpientes, junto con animales exóticos, que luego vendía a la aristocracia europea. Pero el objeto de su actividad no se dirigía a la ciencia. A él le gustaban las aventuras y la caza, actividad que aprovechaba para la venta de los ejemplares cazados vivos o naturalizados, entre ellos de gorilas. Murió joven, casualmente por la mordedura de uno de los animales que más le fascinaba, la víbora de Gabón (Bitis gabonica), una de las serpientes más venenosas del mundo.

Lluís de Lassaletta y Delclós.
Lluís de Lassaletta y Delclós.

Una muestra de esta actividad cinegética de ese momento la podemos observar en el museo Don Pedro Ruiz de Azúa del Colegio. Se trata de un cráneo y un esqueleto completo de Gorila. El cráneo fue donado por la familia el Dr. Velilla, junto con una colección muy importante de aves de la Península Ibérica. Era extraño ver el cráneo de un gorila en medio de una importante colección de pájaros naturalizados y otros animales propios de la Península. Así que, al preguntar al hijo del Dr. Eduardo Velilla, Luis, sobre el origen de esta pieza me comentó que había sido “un regalo de un militar destinado en Guinea Ecuatorial y que el cazador murió a causa de la mordedura de una serpiente”. El relato coincide con la actividad y el desenlace de Lluís Lassaletta y Delclós.

Donación de la Colección Velilla al colegio. Revista Siempre Pilaristas Mayo 2011.
Donación de la Colección Velilla al colegio. Revista Siempre Pilaristas Mayo 2011.

Pero introduzcámonos en el Museo Don Pedro Ruiz de Azúa para observar el cráneo y el esqueleto completo de un gorila.

Este cráneo del gorila lo recibimos pintado con una pintura al aceite de color blanco. Esta pintura ha sido eliminada antes de ser expuesta por el que esto escribe, mostrando actualmente su color óseo natural, dejando una pequeña muestra de la citada pintura entre los arcos interciliares.

Al observarlo detenidamente, bien puede ser objeto de toda una investigación policial sobre la causa y el modo de su muerte. Vemos que presenta varios orificios de bala. Uno de ellos ha entrado entre los maxilares inferiores, junto al cuello, atravesando el hueso palatino y ubicándose el proyectil en la cavidad nasal. Lo cual nos indica que fue abatido estando en su nido arbóreo. Otra bala le atraviesa lateralmente el maxilar inferior izquierdo, por la trayectoria horizontal, podía estar ya en el suelo. Un tercer orificio de bala en el maxilar superior derecho.

Respecto al esqueleto, no conocemos al autor de la donación. Pero también podemos inferir algunos datos importantes por la intervención que tuvimos que realizar en él. Se trata de dos huesos: el húmero y fémur izquierdos por presentar exudado oxidado de grasa y analizar el estado de los huesos que conforman la pelvis. Se puede comprobar que el método seguido para la limpieza de los huesos ha sido el enterramiento. Después de un tiempo recogen los huesos, los lavan con la finalidad de eliminar los restos de tierra y otros materiales que pudiera quedar y, posteriormente realizan todo el armazón tal como podemos observarlo.

De nuevo nos encontramos con una de las formas que seguía Lluís Lassaletta en la preparación de los esqueletos.

A modo de conclusión, creo que todos estos datos aportados pueden dar algo de luz sobre el origen de estos curiosos ejemplares y deducir que, posiblemente, eran individuos parientes no muy lejanos, quizás padres, abuelos, hermanos, etc., del famoso gorila albino “Copito de Nieve” encontrado por Jordi Sabater junto al pecho de su madre abatida por un cazador. Un análisis genético podría sacarnos de dudas. 

Mariano Gaite Magdaleno