Hoy os traigo a esta bitácora un hermoso poema publicado en la revista Recuerdos del curso 1913-1914. Los versos narran el conocido encuentro entre San Agustín y el Niño Jesús mientras meditaba el santo acerca del misterio de la Santísima Trinidad.
El autor de esta poesía es Ramón Álvarez Serrano, de la promoción de 1915. Es posible que este antiguo alumno coincida con el prometedor poeta del mismo nombre que junto a Vicente Alexandre compartió algunos veranos entre 1911 y 1918 en las Navas del Marqués. Durante esos veranos Vicente Aleixandre formó un grupo de amigos junto a Dámaso Alonso, Julio Cerdeiras y los hermanos Ramón y Enrique Álvarez Serrano. Según el crítico Alejandro Duque Amusco, Ramón Álvarez Serrano era uno de los más prometedores pero murió en 1929, a la edad de 30 años, siendo notario del pueblo de Alaejos. Posteriormente, el premio nóbel Vicente Alexandre utilizaría el nombre de Ramón Álvarez Serrano como heterónimo en algunas de sus obras.
Sin más preámbulos, os dejo ya con los versos, que espero que sean de vuestro agrado.

San Agustín y un Niño
En una playa de Italia
San Agustín paseaba
Y en un misterio pensaba
De imposible explicación:
(Cómo hay en Dios tres personas
Y una esencia solamente)
Sin ver nunca claramente
La citada relación.
Estas cosas discurría,
Cuando al volver la cabeza
Vio un modelo de belleza,
Una hermosa criatura,
De unción y de gracia llena
Que el agua del mar cogía
Y en un hoyo la ponía
Con admirable soltura.
Largo rato estuvo el Santo
Contemplando aquella cara
Y ¿quién no la contemplara?
¿Si era la imagen de Dios?
Mas, repuesto, preguntóle
Con extremada dulzura:
-¿Qué haces aquí, criatura?
¿De qué objeto vas en pos?
-Quiero -contestóle el niño-
En este hueco encerrar
La inmensidad de este mar
Que de azul manto se viste.
No te canses, dijo el Santo,
Pues cosa imposible es.
¿No comprendes tú, no ves
La diferencia que existe?
-Semejante -dijo el niño-
Es lo que Vos pretendéis,
Porque nunca lograréis
De Dios concepto tener;
Que en tan corta inteligencia
No cabe tan grande idea;
Cual el mar que nos rodea
Nunca podrá aquí caber.
De las razones del niño
Quedó Agustín admirado
Y marchóse avergonzado
A pedir a Dios perdón;
Y desde entonces ha escrito
Que, para el humano ser
Mejor conducta es creer
Que torturar la razón.
RAMÓN ÁLVAREZ.
septiembre 21, 2025 at 11:00
En el libro de lectura del colegio( Ed. SM) 1952 no , aparecía un verso que empezaba:
”Por la rivera del mar
paseabase Agustino;
altos pensamientos tiene,
hijos de su ingenio altivo.
Lo que pretende entender
ningún mortal ha entendido:
como es Dios uno en esencia
siendo en las personas trino”
Alguien sabe cómo sigue?
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septiembre 21, 2025 at 11:16
En las riberas del mar
se paseaba Agustino.
Altos pensamientos tiene,
hijos de su ingenio altivo.
Lo que presume entender,
ningún mortal lo ha entendido:
cómo es Dios uno en esencia,
siendo en las personas trino…
Cuando está pensando en ello
volvió el rostro, y vio que un niño
sentado estaba en la arena
a los pies de un pardo risco…
¿Qué haces -dice Agustín-,
niño hermoso, en este sitio,
que me da pena, si acaso
vas de tus padres perdido?…
No estoy en vano -responde-,
que reducir solicito
el mar inmenso que ves
a este pequeño resquicio.
Agustino le responde:
no te canses, niño mío,
que es imposible agotar
el mar inmenso en mil siglos.
Pues lo mismo me parece
que hacéis vos, padre -le dijo-;
porque es saber lo que es Dios
proceder en infinito.
Que como el mar océano
no es posible reducillo
con esta concha a esta quiebra,
ni agotar su inmenso abismo,
así vos el mar de Dios,
eterno e incircunscripto,
con vuestro ingenio mortal,
aunque ingenio peregrino.
Quedó Agustín admirado
y humildemente advertido,
que no fuera Dios quien es,
si fuera Dios entendido.
Quiso al niño responder,
y no le halló cuando quiso,
desengañado que Dios
no cabe en mortal sentido.
Desde entonces escribió
que era más seguro asilo
el creer que el entender,
que Dios se entiende a sí mismo.
Lope de Vega
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