Las inquietudes literarias de los alumnos de esos años no tenían límite, y como se muestra en la crónica que hoy comparto con vosotros también había quien creaba pequeñas obras de teatro para su propio entretenimiento. Espero que disfrutéis:

Otras producciones.

En el Colegio no se estila solamente la literatura que podríamos llamar oficial, la peor desde luego, pues la inspiración literaria tiene el humor muy independiente y no le gustan trabas ni imposiciones de nadie. Hay otras producciones, que pudieran decirse extraescolares, y que cada año revisten diversa forma. Ha pasado ya la época del periodismo que tuvo su edad de oro, en la memoria de todos están aquellos periódicos, que vivían más de gloria que de dinero y que al fin tuvieron que sucumbir por demasiado románticos, sobre todo del modo que se iban poniendo las subsistencia.

Ahora entramos en el periodo dramático.

La ambición de un Rey, así se titula un drama histórico, en cuatro actos, original de D. Eduardo Cobián y Herrera [1]. El rey es el famoso Yugurta y su ambición la de llegar a ser soberano de Numidia, para lo cual con una desaprensión muy cartaginesa pretende eliminar, y de un modo radical a sus parientes, pero al fin triunfa la moral y el ambicioso muere villanamente. El asunto es dramático y no está mal escogido, el argumento se desenvuelve dentro de circunstancias históricas que lo hacen muy verosímil, aunque hay algún detalle que otro que no parece arrancado, precisamente, de ninguna cantera romana y menos númida. Hay episodios muy ingeniosos y bien traídos que dan interés; pasajes patéticos de situación y de expresión; el estilo tiene noble elegancia, un poco demasiado entonado en boca de simples soldados y servidores, la dicción es variada y revela caudal de buena lectura y el conjunto está tratado con cariño y con calor.

¡Muy bien Sr. Cobián! Le sonríen las musas y si sigue usted escribiendo con el mismo afán y la misma afición alcanzará sazonados frutos literarios.

También conocemos la existencia de alguna producción teatral del Sr. Bru [2] y sospechamos que debe ser cosa rica, pero no podemos dar mayor detalle. Además lleva escritas muchas poesías, alguna de las cuales se ha revestido ya de letras de molde, lo cual ademas de dar mayor realce a los versos -la imaginación puede mucho- es como el espaldarazo que consagra a los dii majores [3] de la literatura. No es, sin embargo, temperamento poético y esperamos que consagre sus dotes a cosas de mayor empuje.

¡Estos juguetes literarios estuvieron a punto de hacer una hombrada! Cosas de muchachos. Figúrense ustedes que hubo quien solicitó el concurso de estos escribidores en agraz nada menos que para representaciones públicas. Cosa modestita desde luego, pero que no dejó de hacer algunas cosquillas a los interesados. Se abrió un concurso para piezas de un guignol muy concurrido y por solo el gusto de verse leído por un eminente autor dramático que formaba parte del jurado, algún que otro autorcillo incurrió en el pecado, muy excusable por cierto, de emborronar algunas cuartillas. Desgraciadamente y por motivos ajenos a su valor literario no pasaron de la censura del Colegio.

Notas del editor:

  1. Eduardo Cobián y Herrera: Promoción de 1920. Abogado.
  2. Manuel María Bru Rodríguez: Promoción de 1918. Fue presidente de la Congregación.
  3. Dii majores: Los doce dioses principales de la mitología romana: Juno, Vesta, Minerva, Ceres, Diana, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter, Neptuno, Vulcano y Apolo.