Si hace unos días recordábamos el martirio de Miguel Léibar; hoy, al cumplirse 82 años del asesinato de Sabino Ayastuy, Joaquín Ochoa y Florencio Arnáiz, honramos a estos tres beatos marianistas.

Fachada de la casa de Castelló núm. 46 (antiguo núm. 40)
Fachada de la casa de Castelló núm. 46 (antiguo núm. 40)

Los tres se encontraban desde el 19 de Julio refugiados en el piso 3º izquierda del número 40 (hoy 46) de la calle Castelló, a escasos metros del colegio, del que habían tenido que huir apresuradamente al producirse el Alzamiento Nacional. En ese piso les acogieron generosamente las hermanas Pilar y Eladia Bazán Brig, a las que ya conocían por haberles acogido en otras ocasiones. También les acompañaban el padre dominico Manuel Álvarez y el hermano Teófilo Montes, también dominico, huidos tras el asalto por los milicianos del convento del Rosario en la calle Conde de Peñalver. De esta forma quedaba conformada una peculiar comunidad religiosa oculta desde hacía casi dos meses.

Convento del Rosario en la calle de Conde de Peñalver.
Convento del Rosario en la calle de Conde de Peñalver.

Eran las cuatro de la tarde del domingo 13 de Septiembre cuando sonó el timbre de la puerta. Al abrir irrumpieron cuatro milicianos armados en la casa gritando: «¡Manos arriba!». Se presentía la tragedia. Los marianistas ya conocían la suerte que había corrido el padre Miguel Léibar y eran conscientes de que iban a compartir el mismo destino.

Tras un minucioso registro encontraron objetos religiosos pertenecientes a los marianistas y a los dos dominicos.

– «Aquí todo es de los curas...» – exclamó un miliciano.

Otro, volviéndose hacia el padre Manuel le espetó mientras señalaba un crucifijo en la pared:

– «¡Tú te has c… en éste!«

– «¡Yo no! ¡Nunca!» – le respondió el sacerdote negándose a blasfemar.

Ya estaban sentenciados los cuatro religiosos.

– “¡Seguidnos!” ordenaron los milicianos.

Beato Sabino Ayastuy Hernández.
Beato Sabino Ayastuy Herrasti.

Y es entonces cuando Sabino realiza uno de esos gestos que caracterizan a las almas grandes. Al bajar a la calle, el marianista se dirigió hacia el portero que les había denunciado y le abrazó mientras le daba las gracias.

Sabino Ayastuy Herrasti había nacido en el caserío de Aozaraza, provincia de Guipúzcoa, en 1911. Pese a su fuerte carácter y personalidad daba constantes muestras de una gran piedad y humildad. Estaba destinado en el Colegio del Pilar desde Septiembre de 1935 y era tutor de primero de bachillerato. Sus otros dos compañeros llevaban un poco más de tiempo en el colegio. Joaquín Ochoa Salazar nacido en 1910 y natural de Villanueva de Valdegobía, provincia de Álava, era profesor de ingreso en el Pilar, al que había sido destinado en  Septiembre de 1932; y Florencio Arnáiz Cejudo, nacido en Espinosa de Cerrato, Palencia, en 1909, llegó al colegio al curso siguiente, en Septiembre de 1933 y al igual que Joaquín era profesor de primera enseñanza.

Beato Joaquín Ochoa Salazar.
Beato Joaquín Ochoa Salazar.

Tras su detención, los cinco religiosos fueron trasladados a la checa de Radio Comunista del Oeste, situada en el convento de las Salesas en la calle San Bernardo 72. Según nos relata el padre José María Salaberri en su libro «Madrid, verano 1936» les llevaron hasta la tercera planta donde les encerraron a cada uno en una celda distinta de las religiosas. Son muy abundantes los testimonios sobre las torturas que se llevaban a cabo en la checa de San Bernardo y las fotografías obtenidas de los cadáveres de los mártires muestran abundantes hematomas y contusiones. Como nos cuenta el mismo autor, esta checa llegó a contar con un boxeador profesional encargado de las torturas a los detenidos. Sin embargo, puesto que el resto de religiosos escondidos no fueron descubiertos, hemos de suponer que los beatos no cedieron a las torturas y no delataron a sus hermanos en la fe.

De madrugada, a las dos o a las tres, sacaron a los presos de las celdas y, subiéndolos a dos coches, les llevaron hasta la carretera del Pardo. A la mañana siguiente encontraron los cadáveres de los cinco religiosos. Según la misma fuente: «don Sabino y don Joaquín estaban atados juntos, en el kilómetro 7, en el lado derecho (dirección a El Pardo) al lado de un mojón del siglo XVII conocido como el canto de la Legua«, mientras que «el padre Manuel, el hermano Teófilo y don Florencio, en el lado izquierdo, junto al puente de San Fernando, entre los bardales del río Manzanares«. Todos ellos acribillados a balazos y con el tiro de gracia. Al escribir este artículo he dudado si incluir las fotografías de los cadáveres, pero he pensado que aunque muestran mejor que ningún otro testimonio la crudeza del martirio, su presencia ofrecía una violencia gratuita al lector. Sin embargo, al lector interesado no le será difícil encontrar en Internet o en la obra del padre Salaberri las reproducciones de dichas imágenes.

Beato Florencio Arnáiz Cejudo.
Beato Florencio Arnáiz Cejudo.

No se podría haber elegido mejor fecha para el martirio, 14 de Septiembre, festividad del Triunfo de la Santa Cruz. Y efectivamente, así fue. El amor, el perdón y la piedad vencieron una vez más sobre el odio, el rencor y la violencia.

Ese mismo día, por la tarde, los milicianos se volvieron a presentar en el piso de Castelló. Esta vez venían sólo a robar:

– Venimos por la ropa y las cosas de los cinco de ayer. Por si necesitan cambiarse…

– ¿Qué tal están? – preguntaron aliviadas las hermanas Bazán.

– Bien, bien… – debieron responder los milicianos mientras esbozaban una sonrisa de complicidad, y se marcharon llevándose unas maletas con las pocas pertenencias que tenían.

Tuvieron que esperar hasta 1939 para encontrar las evidencias de su martirio, las fotografías y la ubicación de sus cuerpos que fueron exhumados en 1966 y trasladados a Carabanchel. Actualmente, sus restos mortales se encuentran en la capilla gótica del colegio junto a los de Miguel Léibar.

Los tres fueron beatificados por S.S. Benedicto XVI el 28 de Octubre de 2007 junto a otros 495 mártires españoles de la persecución religiosa del Frente Popular.

Fuentes consultadas:

  • “Madrid, verano 1936”, José María Salaberri, S. M., Editorial PPC 2007.