Esta semana comparto con vosotros una breve reseña aparecida en la revista Recuerdos del curso 1913-1914. No sólo se adquiría material científico y técnico, como vimos en el Nuevo material escolar en 1913. El colegio también invertía sus recursos para ir construyendo poco a poco una rica biblioteca que ayudara al desarrollo de sus alumnos.

Antes de la guerra civil, gracias en parte a las donaciones de las familias del colegio, la biblioteca contaba con unos fondos muy considerables. Para hacernos una idea, no hay nada mejor que consultar uno de los documentos incluidos en el Acta de Incautación del colegio por parte de las autoridades republicanas:

  • Libros de los siglos XIX y XX: 5.245 volúmenes.
  • Libros del siglo XVIII: 94 volúmenes.
  • Libros del siglo XVII: 19 volúmenes.
  • Libros del siglo XVI: 14 volúmenes.

¿Qué fue de esa magnífica biblioteca? ¿Dónde están ahora esos volúmenes? Por desgracia, no puedo responder a esas preguntas.

Relación de libros incautados del colegio en 1937.

Bibliotecas.


Complemento de la labor escrita vienen a ser las bibliotecas establecidas en quinto y sexto año para su esparcimiento e instrucción. En ellas se ha procurado reunir lo más a propósito para la formación del gusto literario, en armonía con las condiciones de sus lectores.

Así, en quinto año, predomina más el género de novela fantástica, sin que por eso falten obras de otro carácter.

En sexto año hay biografías de hombres célebres, historias de descubrimientos, novelas sociológicas, selección de cuestiones apologéticas, etc.

En ambas clases la elección ha sido tanto más fácil cuanto que, entendiendo todos los alumnos el francés, se ha suplido con obras en esta lengua lo que no existiera en la española. Para evitar la carrera desenfrenada tras «lo que sigue» y «en lo que todo viene a parar», escollo de toda lectura interesante, se ha obligado a los alumnos, no sólo a que buscasen en el Diccionario -siempre al alcance de los lectores- el significado exacto de los vocablos nuevos o poco conocidos, sino también a que los trasladasen a un cuadernito especial, señalándose días determinados para el repaso de su contenido: ensayo del excelente sistema de «leer con la pluma en la mano», tan fecundo como indispensable para no perder el tiempo leyendo.