Hoy traigo a este cuaderno de bitácora una historia de indios. Bueno… realmente lo que comparto con vosotros es sólo la crítica que se publicó en la revista Recuerdos. El autor de esta reseña, como ya hemos leído en otras ocasiones, no es especialmente indulgente con el trabajo realizado por estos dos alumnos de trece años: Juan Magaz y Fernández de Henestrosa y Antonio Nombela Tomasich.

Primero vamos a leer la crítica, que espero que os guste, y luego, os contaré alguna cosa más sobre los precoces autores de esta novela de aventuras.

Meteseque


El ejemplo de los alumnos del quinto y sexto año ha pretendido ser, no sólo emulado, sino hasta superado por un intento de novela fantástica que publicaron dos alumnos del cuarto año: Juan Magaz y Antonio Nombela.

Titúlase el ensayo Meteseque.-Huida inverosímil, y viene, si no a enriquecer, por lo menos a aumentar la disparatada serie de aventuras rarísimas atribuidas a los pueblos indios de América del Norte que tanto privan en las aficiones de la actual generación infantil. Vamos a tratar de resumir el asunto, suponiendo que lo hemos comprendido bien.

Meteseque, rey de los indios navajos como descendiente inmediato de Lihungwa, cae en manos de sus enemigos (indios asimismo) los weicos. Salvado casi milagrosamente del supremo suplicio, emprende, entre mil peligros y penalidades, la vuelta a su patria, encontrándose en el camino con su tribu que ya acudía a rescatarle. Todavía tienen que luchar los navajos con obstáculos que prueban su valor y temeridad, mas llegan por fin a sus praderas.

Pretender sea acabada la narración que desarrollan los novelistas en las páginas que dieron a la imprenta, sería demostrar estar ofuscado por la simpatía que produce un empeño semejante acometido por niños de trece años. Mencionaremos, no obstante, algún que otro pasaje:

[…] «Atado al poste y sufriendo los improperios de miles de personas, se hallaba un hombre medio desnudo, un bravo, un navajo de noble cara y de mirada altiva: era Meteseque que miraba con desprecio a sus cobardes enemigos» […]

En las Fronteras del Far West de Emilio Salgari (1910) como ejemplo de las novelas de aventuras que hacían furor entre los pilaristas de la época.

[…] «La silenciosa naturaleza de la pradera tiembla bajo los cascos de un hermoso corcel blanco como la espuma de una catarata, de un noble bruto que galopa cubierto de sudor y polvo por la misteriosa estepa; un jinete medio desnudo cabalga sobre el hermoso caballo. Aunque en su enmarañada cabellera no se descubre ninguna pluma, su altivo porte denuncia que es un jefe indígena quien así galopa, es Meteseque, acaba de salvarse de los horrores del poste de la tortura; detrás de él, siguiéndole los pasos, corre una horda furiosa de guerreros weicos que ansían cogerle prisionero.»

Permítannos los autores unos consejillos después del reclamo que acabamos de hacerles. Es levantada empresa tratar de acometer lo que muy pocos intentan; dar expansión a las ansias, al deseo de comunicar cuanto nos parece bello, aunque sea inverosímil; pero es lástima que teniendo en nuestra historia… y en el teatro americano tantas cosas que parecerían fantasía pura si no estuviesen suficientemente probadas, vayamos, siguiendo la corriente creada por autores extraños, a buscar inspiración y asuntos exóticos.

De seguro que no veríamos tantas «w w» en los nombres ni se llamaría «Mound» el caballo del héroe, y tal vez nos halagase encontrarnos con un Hernández, un Valdivia, un Céspedes, amén de otras cosas siempre queridas, porque hablarían de intereses cercanos. Además con esto los autores y lectores hubiéramos aprendido algo de historia. Por consiguiente, a no desmayar, pero que la próxima producción hable algo de nuestros héroes.

Y no sólo de nuestros héroes, sino también de nuestra lengua, sin que se escandalicen, por ejemplo, los ojos al ver «andaron» por «anduvieron».

Cuando describan un paraje, represéntenlo bien, para no escribir que un bosque de unos cuarenta metros cuadrados daba lugar a que creciesen en él enmarañada confusión abetos y pinos: la confusión resulta exagerada.

Pero basta con el Meteseque.


Sobre los autores

En ciertas ocasiones, al preparar estos artículos se producen serendipias que nos hacen descubrir verdaderas historias de valor, sacrificio y aventuras.

Cuando estos dos jóvenes de trece años escribían las peripecias de Meteseque seguramente imaginaban que algún día ellos también serían protagonistas de grandes hazañas. Y efectivamente, ambos tuvieron su historia de heroísmo y sacrificio aunque el destino les depararía desenlaces bien distintos.

Vista del cementerio de Paracuellos del Jarama.
Vista del cementerio de Paracuellos del Jarama.

Juan Magaz y Fernandez de Henestrosa

Juan Magaz y Fernández de Henestrosa, de la promoción de 1916, llegaría a Capitán de Corbeta. Era hijo primogénito del Almirante Antonio Magaz y Pers, Marqués de Magaz, vicepresidente del Directorio Militar durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera y embajador de España en el Vaticano, en Berlín y en Buenos Aires, y de María de los Ángeles Fernández de Henestrosa y Fuentes-Bustillo. Juan había sido honrado por S.M el Rey Alfonso XIII con el nombramiento de gentilhombre de Cámara con ejercicio desde 1924. Casado en Marzo de 1925 con Doña Milagros Sangro y Torres -hija de los marqueses de Guad-el-Jelú– era padre de dos niños, Antonio y Carlos Pedro.

Juan estuvo destinado en 1935 a la secretaría particular del ministro de Marina (D.O. del Ministerio de Marina del 16-IV-1935), Contralmirante Francisco Javier Salas González, que también moriría asesinado en Paracuellos; y en Mayo de 1936 figuraba como alumno de la Escuela de Guerra Naval (D.O. del Ministerio de Marina del 5-V-1936). Al iniciarse la Guerra Civil fue encarcelado y asesinado como hemos dicho, en Paracuellos el 7-XI-1936. Pero para su mujer la tragedia sería aún mayor ya que ella además perdería en la contienda a sus hermanos Melchor e Ignacio Sangro Torres, igualmente antiguos alumnos del colegio.

Antonio Nombela Tomasich

La historia militar de Antonio Nombela Tomasich es también digna de reseñarse y gracias al Coronel Emilio Herrera Alonso podemos conocerla con bastante detalle.

Antonio nació en Madrid el 18 de Julio de 1900, siendo hijo de Julián Nombela Campos, vicerrector de la Universidad de Madrid, y de Antonia Tomasich Banes. Estudió en el colegio con Juan Magaz y a los 16 años ingresó en la Academia de Infantería de Toledo de la que saldría en 1920 como Alférez destinado al Regimiento de San Marcial, marchando después con el batallón expedicionario a Melilla, en Agosto de 1921, para participar en las operaciones posteriores al Desastre de Annual.

Antonio Nombela Tomasich.
Antonio Nombela Tomasich.

Su hoja de servicios en esos años es impresionante. Recibió su bautismo de fuego en la reconquista de Nador, distinguiéndose en la toma de Zeluán y Bumedián, y en la protección de los convoyes a Sidi Amarán, Tekil Maun y Tizzi Assa. Ascendió a Teniente en 1922 y durante aquel año se mantuvo casi constantemente en fuego en las posiciones de Daar Keb Dani, Monte Arruit, Das Medua y Beni Faklan, participando en el socorro a Tafersit. Pasó posteriormente al servicio del Protectorado, a la Mehal-la Jalifiana de Melilla, combatiendo con ella, al mando de la 2.ª mía [unidad regular indígena compuesta por unos 100 hombres de infantería] en la conquista de Azib de Mídar y en la ocupación de Amarán, tomando al arma blanca varias posiciones en el sector de Issen Lassen en marzo de 1924, y pocas semanas más tarde protegió los convoyes de Tauriat Tausat e Issen Lassen, y luchó en la retirada de Tafersit al frente de una harka de Infantería.

Aquel año fue llamado para asistir al curso de observadores de aeroplano, en Cuatro Vientos, completándolo en Los Alcázares, yendo destinado al Grupo de Breguet XIX con el que marchó a Melilla encuadrado en la 1.ª Escuadrilla que estaba mandada por el Capitán Barberán; con ella tomó parte, en 1925, desde el aeródromo de Tauima, en misiones de reconocimiento y bombardeo preparatorias del desembarco de Alhucemas.

El héroe de Kudia Tahar

A Antonio Nombela se le ha llamado el héroe de Kudia Tahar, veamos qué es lo que ocurrió en esta posición.

Abd el Krim, que veía inminente el desembarco de las tropas españolas en la costa de Beni Urriaguel, sabiéndose impotente para evitarlo, decidió tomar la iniciativa atacando en el frente occidental Kudia Tahar, posición clave en el dispositivo defensivo de Tetuán, y el 3 de septiembre, cuatro mil hombres bien equipados, con una docena de ametralladoras y siete piezas de artillería, al mando de Ahmed el-Heriro, atacó la posición destrozando los parapetos y destruyendo los depósitos de agua.

El General Primo de Rivera, decidido a no retrasar el desembarco, ordenó que el Grupo Breguet XIX se trasladara al frente occidental, y desde las primeras horas del día 6 actuó sobre Kudia Tahar, tanto para batir a los que atacaban la posición, como para abastecer a los hombres que mantenían la resistencia: esto último obligaba a los aviones a volar a muy baja altura para asegurar su caída dentro del reducido perímetro de la posición, lo que permitió a los moros derribar con sus ametralladoras cuatro aeroplanos y herir a seis aviadores.

El día 9, un fuerte temporal hacía casi imposible el vuelo, pero la situación de los defensores de Kudia Tahar era crítica: sin agua y necesitados de elementos de cura para los muchos heridos. No eran el viento, las nubes bajas y la fuerte turbulencia, obstáculos suficientes para impedir a los aviadores ayudar a los que tanto lo necesitaban. A media mañana despegó de Sania Ramel el Breguet n.º 12 pilotado por el Capitán Gallego llevando de observador al Teniente Nombela, para abastecer de hielo y material sanitario a quienes se hallaban al límite de su resistencia. Sobrecargado el sesquiplano, apenas podía volar, violentamente sacudido por la dura turbulencia que amenazaba aplastarlo contra la montaña, pero decididos los aviadores a que el socorro llegara a Kudia Tahar, lograron alcanzar la posición sobre la que volaron a apenas una docena de metros para asegurarse de que los abastecimientos cayeran dentro de ella.

El enemigo hacía fuego sobre el avión con todo lo que tenía; en cada pasada recibía aquél numerosos impactos, y uno de ellos alcanzó al Teniente Nombela atravesándole la columna vertebral y causándole un gran destrozo en el hueso sacro y el paquete nervioso, pero él, haciendo señas al piloto para que diera otra pasada, arrojó lo que aún quedaba por lanzar. Cumplida la misión, los defensores de la posición podían prolongar su defensa, y el Breguet n.º 12 regresó a Sania Ramel donde Gallego tomó tierra con Nombela casi moribundo.

Los supervivientes de Kudia Tahar.

Tras esta acción fue abierto el expediente para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, que le sería otorgada por Real Orden de 16 de noviembre de 1927, en la que se lee: “El día 9 de septiembre de 1925, el Teniente de Infantería D. Antonio Nombela Tomasich, como piloto-observador del sexquiplano n.º 24, recibió orden de aprovisionar la posición de Kudia Tahar y bombardear los núcleos enemigos que la cercaban, lo que realizó en difícil y penosísimas condiciones por el mal tiempo y el brusco ataque enemigo que ocupaba posiciones dominantes, dado el descenso obligado para el más seguro aprovisionamiento de la posición, recibiendo dicho oficial un balazo que le causó una herida grave que le hizo perder el conocimiento algunos segundos, y al reponerse, con gran valor, elevado espíritu y voluntad firme de cumplir a toda costa lo mandado, expuso al piloto su deseo de proseguir el vuelo por quedarle víveres y bombas que arrojar, como así lo realizó, hasta terminar completamente el servicio, regresando en el aparato al aeródromo”.

Sobrevivió Nombela a la gravísima herida y, después de diez meses en el hospital, se reincorporó al Servicio de Aviación. Realizó un considerable número de misiones de guerra, en una de las cuales, llevada a cabo el 4 de Julio de 1926, en apoyo de la columna del entonces Comandante Osvaldo Capaz, su fue avión derribado y hubo de posarse en el mar, nadando hasta la costa, enemiga, y por ella alcanzar las avanzadillas españolas. Ascendió a Capitán en 1927, realizó el curso de piloto y prestó servicio en distintas unidades de la Península.

Antonio Nombela en 1935. Fuente: Mundo Gráfico del 4-XII-1935.
Antonio Nombela en 1935. Fuente: Mundo Gráfico del 4-XII-1935.

La Denuncia Nombela

Antonio Nombela ya había alcanzado la fama, pero el destino aún le tenía reservado un papel destacado en la historia de España. En 1931 pasó a la Guardia Colonial de Guinea y fue nombrado Subgobernador de la Guinea Continental. Tras el asesinato del gobernador Gustavo de Sostoa accedió de modo interino a la titularidad del Gobierno General, cesando en el ejercicio activo en el Ejército. Durante 1934 realizó y perfeccionó estudios sobre Administración Colonial en Bruselas, París, Amberes y Ámsterdam. Y finalmente, el 29 de Agosto de ese mismo año fue nombrado Inspector General de Colonias.

Pronto surgieron los roces entre Antonio Nombela y el subsecretario de la Presidencia, Guillermo Moreno Calvo. El subsecretario presionó en repetidas ocasiones al Inspector General de Colonias para que realizara un pago reclamado por el empresario Antonio Tayá en concepto de indemnización por la quiebra de su naviera. El Sr. Tayá, al parecer, había realizado algunos favores económicos al Presidente del Consejo de Ministros, Alejandro Lerroux. Antonio Nombela, al darse cuenta de los oscuros intereses de Moreno Calvo y de Tayá decidió poner estos hechos en conocimiento de Lerroux y de otros ministros como José María Gil Robles. Como continuaban las presiones para el pago de los algo más de 3 millones reclamados por Tayá con cargo al llamado «tesoro colonial» y los miembros del gobierno parecían desentenderse del asunto, decidió dirigirse directamente al Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora. No pudo hablar con él, pero si lo hizo con el Secretario General de la Presidencia de la República, el también pilarista Rafael Sánchez-Guerra Sainz.

Finalmente Nombela fue injustamente destituido por el Consejo de Ministros el 17 de Julio de 1935. Para lavar su honor, acabar con la corrupción en las colonias y dar a conocer a los ciudadanos todo el entramado de favores y la actuación de sus superiores en este asunto, decidió elevar un escrito a las Cortes el 28 de Noviembre de ese mismo año. Este escrito originó una turbulenta sesión parlamentaria en la madrugada del 7 al 8 de Diciembre en la que destacó especialmente la intervención de José Antonio Primo de Rivera. Todo este escándalo originó la caída del gobierno de Lerroux, la convocatoria de elecciones generales el 7 de Enero de 1936 y la llegada del Frente Popular al gobierno con las consecuencias por todos conocidas.

Aunque fue ascendido a Comandante tras estallar la Guerra Civil, Antonio Nombela solicitó la baja definitiva del Ejército y no participó en ella. A partir de 1939 se dedicó al negocio de la madera. Al alcanzar la edad de jubilación, en 1964, se le reconoció el empleo de Coronel; pero por su condición de caballero laureado, ascendió a General de Brigada, en la reserva. Falleció en Madrid el 16 de Marzo de 1986, a los 85 años, siendo el último aviador Caballero Laureado de San Fernando que quedaba con vida.

Don Antonio Nombela (dcha.) hablando con el periodista de Mundo Gráfico «Julio Romano» (izda.)
Don Antonio Nombela (dcha.) hablando con el periodista de Mundo Gráfico «Julio Romano» (izda.) Fuente: Mundo Gráfico del 4-XII-1935.