Continuamos con las necrológicas del curso 1914-1915. En esta ocasión se trata del niño Guillermo Azpiroz, hijo primogénito de Francisco Javier Azpiroz y Carrión, III Conde de Alpuente, y de María Ana Rolland y Maitorena. De Guillermo sabemos que el curso 1913-1914 estuvo en Párvulos A y que su nombre apareció citado en el orden del día de ese curso en dos ocasiones (Ver Los mejores de la clase. Curso 1913-1914).

También sabemos que su muerte impresionó profundamente a Agustín de Foxá como él mismo nos cuenta en El Pilar cumple Cincuenta Años: «Un día murió un compañero de pupitre: Guillermo Azpiroz. Desde el mirador con persianas verdes del Colegio, vi su ataúd y los caballos con penachos, como los del circo. Fue mi primer contacto con la muerte. Pensé que era un niño que ya no jugaría más.» Sin más preámbulos os dejo ya con el artículo. Espero que os guste.

Guillermo Azpiroz y Rolland


Guillermo Azpiroz y Rolland.
Guillermo Azpiroz y Rolland.

Otro angelito más ha escogido Nuestra Señora del Pilar en su Colegio de Goya, 16, para concederle prematura recompensa en el cielo. Guillermo Azpiroz y Rolland han muerto en esa temprana edad en que todo son esperanzas y anuncios de un risueño porvenir.

Era una naturaleza fuerte y de recursos que hacía presagiar, mediante una buena y sólida educación, un hombre de valer cuando sus ricas cualidades hubieran adquirido su pleno desarrollo.

Carácter enérgico, tenía prontos que a su edad, más que una falta, son manifestación de un alma robusta. Naturalmente recto, no sufría la injusticia ni siquiera cuando perjudicaba a sus condiscípulos; entonces salía caballerosamente a la defensa de sus amiguitos para librarlos de la acometida de algún compañero que abusaba de sus superioridad física.

Nada mimoso ni cobarde, sabía soportar las molestias y ligeros sufrimientos que arredran a otros temperamentos más apáticos o criados en medios excesivamente delicados.

En su piedad infantil brillaban esas mismas cualidades de decisión y de rectitud. En sus prácticas cristianas demostraba una seriedad que no sueles ser patrimonio de los niños de su edad, en los cuales la ligereza propia de sus cortos años se resiste a actitudes rígidas y reclama cierta expansión y libertad.

Guillermo, por el contrario, se mostraba grave y recogido y su compostura servía de ejemplo a sus compañeros.

Este año debía hacer su primera Comunión; la enfermedad se opuso a ello, y como le hicieran notar que tendría que retrasar la fecha de su unión sacramental con Cristo, tuvo una de esas hermosas respuestas que parecen inspiradas a los niños por su ángel de la guarda, dando a entender que se uniría a Jesús en el cielo.

Así lo creemos y nos complacemos en verle unido con Jesús sin los velos del sacramento y gozando amorosamente de su divina presencia.

R.I.P.