Esta mañana os traigo una composición literaria de las que eran seleccionadas para aparecer en la revista Recuerdos. La narración nos traslada a la Roma Republicana, concretamente al siglo VI a. C., y cuenta la épica historia de Lucio Junio Bruto.
Bruto fue uno de los dos primeros cónsules de Roma tras la expulsión de los reyes Tarquinios. En esta joven y aún débil república, las conspiraciones eran frecuentes; y según cuenta Plutarco, en uno de estos intentos por derrocar el régimen participaron los propios hijos de Bruto. El desenlace de este episodio, lo veremos más adelante.
Pero lo verdaderamente curioso del documento de esta semana es descubrir las dotes literarias de nuestro compañero D. Tomás Martín-Barbadillo y Paúl, Vizconde de Casa González.
Tomás nació en Sevilla el 12 de Enero de 1897. Siendo muy joven se trasladó a Cádiz, donde había sido destinado su padre, capitán de infantería de marina. Fue en Cádiz donde entró en contacto con los marianistas en cuyo colegio estudió los primeros años. Luego se trasladó a Madrid estudiando en el Colegio Nuestra Señora del Pilar. Pertenecía a la promoción de 1913 al igual que su hermano Hernán. En 1916 volvió a su Sevilla natal para licenciarse en Derecho y desarrollar el resto de su carrera.

Nuestro ilustre compañero era un verdadero apasionado de la aeronáutica. Aviador deportivo, piloto de dirigible, fundador del Aeroclub de Sevilla y autor incansable de artículos y libros de aeronáutica, como el dedicado al autogiro del también pilarista, gran amigo y compañero de promoción, Juan de la Cierva. Uno de sus grandes legados fue una película realizada en el año 1929 desde el dirigible Graf Zeppelin cuando sobrevolaba Andalucía.

Fue también uno de los impulsores de la construcción del aeropuerto sevillano de Tablada y de la base de la casa Zeppelin en Sevilla. Igualmente ostentó varias veces el cargo de concejal del Ayuntamiento de Sevilla, siendo en sus últimos años Jefe de Protocolo del ayuntamiento. Falleció en Sevilla el 16 de Abril de 1983.
Os dejo ahora con Lucio Junio Bruto. Espero que disfrutéis de esta composición.
ANTES EL DEBER QUE EL SENTIMIENTO
La poderosa República, la que más tarde dominó en todo el Orbe, había estado a punto de derrumbarse bajo las intrigas de una conjuración.
Afortunadamente fué descubierta antes de que estallase, y los conjurados conducidos a presencia del Cónsul Bruto, encargado de juzgarlos.
Cuál no sería la sorpresa de éste al encontrar entre ellos a su propio hijo, aquel hijo en quien tenía cifradas sus esperanzas, y que traicionándole conspiraba contra la República.
La ley no daba lugar a duda en semejante caso, y la pena capital se imponía.
Sus deberes como magistrado, y su amor al régimen constituído, le impulsaban a dictar la condena. Por otra parte, los sentimientos del padre surgían del fondo de su alma, potentes, avasalladores, mostrándole, como un crimen repugnante, contrario a la Naturaleza, ordenar la muerte de su hijo.
Sin embargo, consideraba tan monstruosa la conducta de aquél, mancillando su honor y su nombre, que no vaciló y firmó la sentencia.
Él podía haber salvado la vida a su hijo proporcionándole la huída, pero su dignidad y la voz del deber, le gritaban que el sacrificio se imponía, y el honor ultrajado no se lavaba sino con sangre de su sangre.
En efecto, unas horas más tarde, los conjurados caían bajo las flechas de los arqueros, y Bruto, allí presente, ocultaba bajo la máscara de la indiferencia su corazón destrozado.
Tomás de Martín-Barbadillo y Paúl
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